Revista Creaciones

Desde mi ventana...

Por Ripu77
Desde los dos ventanales de mi casa puedo ver la biblioteca. Su pared acristalada deja que yo, desde mi salón o desde mi cuarto, vea sus estantes repletos de libros. Divise a sus lectores entre  pasillos o en sus butacas de lectura o de consulta. Para una niña que soñaba, entre otras cosas, con ser bibliotecaria; diríamos que este fue un regalo del destino. Creyendo, siempre una, que las cosas no pasan tan sólo porque sí.
Cuando visité el piso por primera vez y salí al balcón supe que era mi casa. Mis ojos se clavaron en ese jardín trasero de la biblioteca. En cómo desde dentro de mi casa, a través de las ventanas, podría ver cientos de libros ordenados por sus códigos. Nunca puse cortinas, nunca habrá cortinas, porque me taparían la calma y el silencio que me llegan desde la biblioteca. Desde mi ventana...Fue lo primero que hice cuando me instalé aquí, hace ya ocho años este mes, bajar a la biblioteca. Decir que era nueva y solicitar mi carné. Me tenían ahí todos los días. Todos y cada uno de los días. Estudié todos sus pasillos, sus títulos, sus variedades. La hice mía. Porque es parte importante de la vida de una. No hace falta comprar todos los libros. Algunos de ellos tan sólo están de paso en nuestro camino. Deben ser leídos y retornados al siguiente. Tal vez lo espera en una lista con un ansia feroz.
Las bibliotecas no son para los pobres que no pueden comprar sus libros. No. Son para los ricos de conocimiento que no quieren dejar escapar la oportunidad de investigar, de viajar, de descubrir, de enamorarse, de soñar. Son lugares mágicos, siempre iluminados. Siempre recibiendo, como en ningún otro sitio, la luz perfecta para la lectura.
Desde mi ventana...Siempre que viajo me gusta visitar las bibliotecas del lugar. Caminar en silencio por sus pasillos y contemplar cómo la gente lee, busca, estudia o piensa en la mayor de las quietudes. Al regresar a casa encuentro la mía, tras la ventana. Cada mañana admiro cómo recibe a sus lectores o reordena sus estantes. Cada noche, desde aquí mismo donde ahora escribo, vislumbro cómo apagan las luces y cierran sus puertas. La lectura queda entonces tan sólo en mi sofá bajo mi lámpara.
No dejéis de visitarlas, de perderos en ellas, de dejar que os llamen esos libros. No perdáis la oportunidad de disfrutar de su luz, de enamoraros de su silencio, de deleitaros con el olor de su papel.
Ya lo dijo el querido Neil Gaiman en su día “Google can bring you back 100,000 answers, a librarian can bring you back the right one.”  
¿Las fotografías? – os preguntáis. Son de The Rijksmuseum Research Library de AmsterdamAlgún día pasearé entre estos estantes... ¡prometido!

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