No soy un buen poeta. Por eso prefiero que en mi nombre hable Benjamín Prado, todo un intérprete de los signos del mundo contemporáneo.
Hace ya tiempo que lo descubrí, en esa hora que funde la tarde con la noche, un día hace no sé cuántos meses de mayo. Ahí estaba, recitando poemas en una plaza de mi ciudad junto a otro trovador de nuestra era, Joaquín Sabina, tan grande y tan frágil, con su mala salud de hierro después de lo que él denominó el "marichalazo" que le dio.
Qué talentosa tiene que ser una persona para entrar siendo un perfecto desconocido para, no sé, ocho de cada diez de los que estábamos allí, y que probablemente habíamos ido a escuchar al maestro Sabina, y terminar con todo un auditorio en el bolsillo. Todo lo que recitó fue magistral, pero hay que destacar dos textos en particular. Primero, "Adefesio", el que dedica a "la pájara pinta" de su viuda, a la que llama ladilla, polilla, rata y no sé qué más cosas. La ristra de insultos más grosera y divertida que he escuchado nunca.
La segunda es esta joya que no llegó a ser cantada por Sabina, aunque allí nos prometieron que le pondría voz y música.
Aquellos versos merecen ser rescatados porque expresan un poco de todo lo que yo siento desde que te conozco.
DESDE QUE TE CONOZCODesde que te conozco, nada es lo que parece
y todo es lo contrario de su otra mitad.
En tu mundo, el que llora ya es parte de los peces
y el que cuenta los hechos, no cuenta la verdad.
Desde que te conozco, conozco los pecados
que esconde la manzana que no ha mordido nadie;
quiero bailar descalzo sobre suelos mojados
y confío en mentiras que antes fueron verdades.
No quiero mis respuestas, sólo quiero tus dudas;
sólo me siento libre dentro de tu prisión.
Me gusta cuando tú hablas y se calla Neruda.
No entiendo los problemas que tienen solución.
Desde que te conozco, me miento si me engañas.
Desde que te conozco, todo es a cara o cruz,
sólo soy alpinista para bajar montañas,
sólo quiero que caigas en mí como un alud.
No quiero mis respuestas, sólo quiero tus dudas;
sólo me siento libre dentro de tu prisión.
Me gusta cuando tú hablas y se calla Neruda.
Detesto los problemas que tienen solución.