Desde Salzburgo. Solidaridad y refugio en el camino al ‘paraíso germano’.

Hoy en Polikracia hemos decidido salirnos un poco de lo habitual para dar cabida a una crónica en primera persona que nos llega desde Salzburgo (Austria).

Nos la ofrece Joaquín Sánchez Cano, joven español residente en la ciudad y estudiante de “Estudios Europeos” en la universidad local. Joaquín fue uno de los muchos ciudadanos que se apresuraron a recibir con solidaridad -primero improvisada y más tarde organizada- a los refugiados procedentes del desastre sirio.

Aquí os dejamos sus impresiones sobre lo que vio y escuchó durante la primera gran llegada de refugiados a Salzburgo.

“Salzburgo: solidaridad y refugio en el camino al ‘paraíso germano'”

Entre los Alpes alemanes y austriacos se encuentra la ciudad barroca y renacentista de Salzburgo, que además de ser famosa por su interés turístico y cultural, está siendo estos días portada, por encontrarse en el camino de los refugiados sirios hacia Alemania. La ciudad se encuentra a tan sólo 15 km de la frontera germana y es paso obligado de la mayor parte de los trenes que viajan a Baviera y concretamente a Múnich.

La llegada a Salzburgo.

A finales del mes de Agosto llegaron 1800 refugiados a la estación de tren de Salzburgo con destino a Múnich, los cuales son recibidos por los ciudadanos/as de dicha ciudad con grandes carros y bolsas llenos de solidaridad en forma de alimentos sólidos (pan, verduras, dulces y frutas) y líquidos como agua, zumos y otro tipo de bebidas refrescantes.

En este caso, la movilización por parte de la ciudadanía fue enorme. Todos ellos se ponen en marcha para mover carros llenos de agua para repartirla por todos los puntos de la estación de tren, donde los refugiados descansaban tras el largo viaje.

Esa primera noche fue algo difícil para los medios sanitarios, policiales y sociales, ya que era la primera llegada oficial de refugiados a la ciudad de Salzburgo y con ello además una gran cantidad de personas en un solo viaje. Tras la llegada de los refugiados a la estación de tren  Cruz Roja, organizaciones sociales y más tarde la policía -con una sola unidad- se pusieron en marcha para el recibimiento de los refugiados y su distribución. Hay que tener en cuenta que muchas de estas personas que llegan se encuentran heridas o en situación de estupefacción con pocas fuerzas para seguir adelante.

La estación de tren de Salzburgo, Hauptbahnhof en lengua germana, se está convirtiendo, como muchas de las estaciones de tren del país, en un centro de acogida para dar alojamiento y alimento a las personas que llegan por vía ferroviaria a la ciudad. Ahí Cruz Roja, el cuerpo de Bomberos y el ejército austriaco han construido instalaciones por medio de enormes carpas para dar  atención médica y refugio.

Además de todo ese despliegue,  el mayor centro de alojamiento en Salzburgo se encuentra en el parking subterráneo de la estación de tren, cuyas entradas y salidas están siendo controladas por vigilancia militar y policial. La entrada o salida de refugiados a otros lugares, ya sean centros especializados para este tipo de casos o para su nuevo destino a otros países de la Unión Europea, sigue siendo una tarea militar y policial, aunque también organizaciones como Caritas y Cruz Roja trabajan de forma constante y sin descanso con el fin de asistir, orientar, identificar y localizar a los refugiados que llegan a la ciudad.

En este caso Caritas y Cruz Roja tienen en sus equipos a voluntarios procedentes de Afganistán y de la propia Siria: ciudadanos que años atrás decidieron emigrar a Austria, para ejercer de traductores entre el refugiado y la policía.

La solidaridad de las organizaciones de la sociedad civil

Cuando los refugiados llegan a Salzburgo, muchos voluntarios y voluntarias se lanzan para hablar con ellos y ellas para conocer sobre lo que sucede en Siria e Irak.

A título personal pude hablar con jóvenes sirios procedentes de Damasco y Alepo que me comentaban cómo tuvieron que esquivar en muchas ocasiones las “baladeras” para no ser heridos. Toda una pesadilla que les llevó a viajar a pie y empleando cualquier medio de transporte (incluyendo avionetas y barcos), muchas veces en manos de mafias y traficantes, y más tarde en tren desde Grecia hasta la ciudad de Viena y de ahí hasta Salzburgo.

Todos ellos decían que la guerra estaba destruyendo su país y que antes de que esto sucediera todos ellos trabajaban, estudiaban y vivían en paz. Tras haber sufrido la destrucción y los bombardeos en su país natal -contaba uno de ellos- tuvieron que soportar y ser testigos de la brutalidad policial y militar en Serbia y Hungría, donde fueron apaleados y tratados de manera inhumana. Grecia, Macedonia y Austria por el contrario estaban siendo los estados más solidarios en su camino hasta Alemania.

Tanto las organizaciones sociales  y ONGs, comoí las instituciones oficiales están haciendo un trabajo continuo para el recibimiento y la proporción de un trato digno al refugiado.

En la ciudad de Salzburgo se ha creado, como en muchas capitales europeas, la organización social de Refugees Welcome compuesta por personas decididas a dar asilo y apoyo a familias enteras, donde niños y niñas son, como sucede en estos casos, los más perjudicados. En todo movimiento humano por causas de guerra, como en este caso, los más pequeños se ven  en una situación de vulnerabilidad y son los primeros en ser atendidos cuando las organizaciones y personal médico y militar acuden al recibimiento de los refugiados.

El cierre de fronteras.

La llegada de refugiados a la ciudad está siendo continua, aunque desde aquel día de los 1.800, a Salzburgo llegan trenes con un número menor compuesto por 400 y 500 personas, ya que en Austria se ha establecido un protocolo de actuación para la distribución y alojamiento de los refugiados y también por los cierres temporales de la frontera austriaca con Hungría, Eslovaquia y Eslovenia.

La imagen de solidaridad por parte de las instituciones oficiales está cambiando mucho según pasan los días, pues muchos refugiados que hasta hace poco salieron de Siria no pueden seguir hasta Alemania.

Debido a la llegada masiva de refugiados a Alemania y Austria y la falta medios y voluntad política, las fronteras de dichos países se encuentran en estos momentos cerradas bajo control policial y militar, donde además se solicita el pasaporte o documento de identidad a todas personas que quieran acceder a ambos países, ya sean refugiados o de nacionalidad alemana o austriaca.

Esta situación está generando problemas de tráfico en la frontera y de libre movimiento de las personas por medio de tren. La situación ha llegado a tal punto donde el ejército austriaco y alemán se está movilizando de una forma no vista desde el fin de la segunda guerra mundial y de la caída del bloque soviético.

El día 13 de Septiembre, partidos políticos de izquierda y movimientos sociales como Plattform gegen Rechts (Plataforma contra la derecha) y Refugees Wellcome organizaron una manifestación a la que asistieron más de 1.500 personas. Esta marcha reclamaba la apertura de las fronteras en Europa para el acceso libre de los refugiados. En esta manifestación hubo diferentes discursos por parte de las organizaciones asistentes y también la intervención de sirios residentes en Salzburgo dando las gracias por el apoyo a los refugiados.

La Europa de los ciudadanos responde.

Toda esta crónica me lleva a una reflexión personal, de que el ser humano y el sistema capitalista no están preparados para una crisis humanitaria de estas dimensiones, pero sí nos demuestra que cuando el principio de solidaridad y justicia social se incrusta de nuevo en la sociedad, lleva al ser humano a emprender acciones importantes para que el prójimo nunca se vea abandonado y sí protegido de aquellos  que quieren una sociedad fundada en la violencia, el  totalitarismo y la injusticia.

La Unión Europea da otra imagen cuando sus ciudadanos y ciudadanas se organizan y se ponen de acuerdo para construir todos en la misma dirección. La Unión Europea de los ciudadanos no tiene nada que ver con la de sus ciegos dirigentes.

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