La vida no es más que una sombra en marcha (Macbeth).
La muerte de una persona querida y el dolor que conlleva produce un descalabro en la actitud convencional y nos confronta de golpe con lo real de la muerte, haciéndonos tomar consciencia de ella como algo cercano y posible.
La muerte de seres queridos así como la ambivalencia que coexiste frente a ellos, ha generado especulaciones sobre la vida y la muerte. Son modos, entre otros, de “arrebatar” a la muerte el significado de canceladora de la vida.
A veces la muerte de un ser querido y la convicción de que vamos a morir lleva a cambios y a actos postergados por mucho tiempo, detenidos en la ilusión de eternidad.
Como contrapartida, es frecuente que frente al infortunio de la vida algunas personas recurran a fantasías de suicidio como modo de salida de una escena insoportable.
Fragilidad de la vida con la que vivimos, en el desamparo de la relación con la propia muerte. Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte (Freud).
Poco antes de la muerte física, algunas personas ya se han despedido mental y espiritualmente. Ante este suceso las reflexiones acerca de la muerte, la transitoriedad de todos los fenómenos y el valor inapreciable de la vida, cobran una escala más personal.
La muerte de un ser querido es el encuentro con la vulnerabilidad, el desgarro, el abismo, la aceptación y la entrega. Conflictos del alma. El punto de nuestra mayor desnudez.
Dios quiera que llegado el día podamos decir como Amado Nervo: Muy cerca de mi ocaso, ¡yo te bendigo, Vida! Amé. Fui amado. El sol acarició mi faz. Vida, nada me debes. Vida, estamos en paz. 04145541014. [email protected] Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es