Cuando muera quiero que mis poemas sean soltados libres al viento, escapen lejos, y vuelen, para que fielmente acompañen a otros muchos y fatigados viajantes.
Letras itinerantes, que -con serena belleza- regalen una frágil esperanza. Que todo sea de los otros. Leve y sutil es la herencia que dejo.
Lo más importante, lo llevaré siempre conmigo.
P. Eduardo Casas.
Dios Te Bendiga, Hoy, Mañana y Siempre.