Todo empezó cuando tenía catorce años tal vez fue una estupidez o un actuar por inercia sin sentido alguno; yo iba caminando a casa y más o menos en la mitad del camino una hermosa joven de aproximadamente 21 años paso por delante de mí y caminó en la misma dirección que yo, solo que un poco más rápido, entonces una idea llego a mi mente: “voy a hacer que sienta que la estoy siguiendo”, y así lo hice, creo que es uno de mis defectos siempre seguir mi instinto, empecé a caminar cada vez más rápido y a estar cada paso más cerca de su espalda, de su hermosa espalda, al principio parecía no notarlo. Pero entonces, en un momento, ella cruzó la calle y decidí dejar esa estupidez y seguir mi camino a casa.
Más adelante me di cuenta de que ella y yo íbamos al mismo lugar, entonces rápidamente crucé la calle y volví a perseguirla; ahora parecía notarlo y estar un poco abrumada por mi presencia detrás de ella, estaba tan cerca de ella que se asustó y sacó su teléfono para llamar a alguien, pero entonces caminé más rápido y entré lleno de entusiasmo y energía a mi casa, como si hubiera tomado alguna bebida con cafeína. La adrenalina que corre por tu cuerpo en un momento así es impresionante, te motiva y no te deja parar, te excitas, sientes deseos de tomarla y ver la expresión de terror en su rostro hace que depravados deseos lleguen a tu mente.
No volvió a suceder hasta que tuve 27 años. Era un respetado y solicitado abogado, tengo el orgullo de decir que nunca en mi vida he aceptado ni aceptaré un soborno. No negare que soy exitoso, que mis ganancias me permiten vivir con algunos lujos y que no necesitaba hacerlo, pero se me presentó la oportunidad y para mí fue imposible dejarla pasar, siempre me ha gustado caminar largas distancias y durante mi caminata matutina una chica paso corriendo delante de mí, el pensamiento de cuando tenía catorce años regreso a mi cabeza y empecé a correr detrás de ella; al cabo de un rato ella se dio cuenta de que la seguía y empezó a correr más rápido, pero yo era persistente, y para cuando literalmente estaba corriendo a toda prisa detrás de ella la adrenalina bloqueaba mis pensamientos, no sé bien que pasó pero cuando pasamos por un callejón que yo conocía bien salte sobre ella, y una vez ahí…
No pude detenerme, me encontraba sobre ella quitándole la ropa y besándola como un loco, ella se resistía pero mis horas en el gimnasio no eran fáciles de superar; lo disfrute y en el fondo de mi corazón creo que ella también, fue la mejor experiencia sexual que he tenido, o, al menos ha sido la que más he disfrutado. Cuando acabe ella estaba destrozada, no dejaba de llorar y gritar, sollozaba inconsolable, por suerte nadie nos escuchó, era un lugar muy solitario, nadie pudo notarlo.
Allí estaba yo, pensando qué hacer después de aquello, entonces tomé la decisión más difícil; no quería hacerle daño pero no podía dejar que hablara, había visto mi cara y obviamente me acusaría, al cabo de un tiempo me apresarían. Tuve que hacerlo. Aunque podría sonar cruel, asesinarla fue la parte que más disfruté, luego me apresuré a buscar mi auto, mi casa no quedaba muy lejos de allí así que no tarde mucho en llegar con mi auto, pero cuando llegué al lugar ya el cuerpo no estaba, me asusté, entré en crisis; me encerré en mi casa pensando que en cualquier momento la policía vendría a buscarme, cualquier ruido me sobresaltaba y cuando tocaron la puerta de mi casa estuve a punto de gritar, luego de pensarlo unos minutos decidí abrir la puerta; era mi padre, hablamos por mucho tiempo y se estaba haciendo de noche, mi padre ya se iba pero antes de subir en su auto me dijo unas palabras que me dejaron pensativo: “recuerda que siempre estaré contigo para limpiar tus desastres”, subió a su auto y se fue.
Cuando era niño mi madre nos abandonó antes de que yo siquiera aprendiera a hablar y mi padre siempre me sobreprotegía… siempre resolvía mis problemas por mí.
Al día siguiente fui al trabajo, pero siempre me mantuve alerta; no pasó nada, fui y volví como si nada estuviera pasando, creo que eso mismo era lo que sucedía, nada. Entonces decidí esperar unos días más para ver si se decía algo de una desaparición, pero nada, no pasaba nada.
En mi mente solo había un pensamiento: “tengo que volver a hacerlo”, pero ¿Cómo?, “tal vez si vuelvo a caminar encuentre a alguien”. Entonces salí de mi casa como a las seis de la tarde, ya que en mi ciudad, a esa hora, solo estaban por ahí los deportistas callejeros y por supuesto hermosas corredoras. Repetí el proceso de correr detrás de ella y para cuando se dio cuenta de lo que sucedía ya era demasiado tarde, estaba sobre ella y luego de complacer mi oscuro deseo la asesiné (cuando las asesinaba solo pensaba en lo mucho que había sufrido sin mi madre y a veces fantaseaba sobre como seria asesinarla a ella). Entonces pensé en ocultar el cuerpo la subí a mi auto, la deje al lado de una autopista y luego me fui a mi oficina pensando en tener una coartada.
Cuando me fui de la oficina pensé que el cuerpo había quedado muy descubierto y decidí regresar y enterrarlo; pero cuando llegué al lugar no había un cadáver por ninguna parte, me asuste, no sabía lo que estaba pasando, lo único cierto es que esto me favorecía ya que aunque se reportaban desapariciones nunca se encontraba el cuerpo ni nada que me culpara a mí.
Desde ese día se ha hecho una costumbre salir a “cazar” como yo le digo todos los viernes a las seis de la tarde, mi preferencia sobre mis “presas” siempre era la misma, de cabello ondulado y rojo, de piel clara y preferiblemente de unos 20 a 25 años como la primera chica, nunca me descubrían pero siempre desaparecía el cuerpo sin explicación alguna, así que lo tome como una pequeña ayuda del universo hacia mí; las desapariciones aumentaron y luego de la chica número veinte declararon toque de queda.