![DESERTORES (2013), DE CHARLES GLASS. UNA HISTORIA SILENCIADA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. DESERTORES (2013), DE CHARLES GLASS. UNA HISTORIA SILENCIADA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.](http://m1.paperblog.com/i/447/4478305/desertores-2013-charles-glass-una-historia-si-L-bI_Ta9.jpeg)
"El olor de la guerra era el mismo en todas partes: ese aroma dulce pero penetrante de la cordita, el miedo y la putrefacción. (...) la sensación de ser deshumanizado, reducido a poco más que una extensión de tu equipamiento y tus armas, la constante sensación de ser empleado como un objeto, de ser manipulado por manos invisibles y ciegas, controlado por una fuerza que es o bien maligna o bien estúpida, el sentimiento de estar agotado en una oscuridad metafórica y, bastante a menudo, literal, de estar extenuado, asustado, enfermo, a veces tan exhausto que uno se duerme de pie, como un caballo. E ignorancia. Una ignorancia pasmosa, penosa."
La consecuencia de esta falta de descanso en la tropa era la falta de moral y las continuas deserciones en la misma. Si bien los Aliados se aprovechaban de su superioridad numérica en armamento y en aviación para ir haciendo retroceder poco a poco a unos alemanes que luchaban en dos frentes, la infantería era la que se llevaba la peor parte en este esfuerzo. Muchos de sus miembros, cuando llegaban al límite de lo que es posible resistir, simplemente huían sin destino. Otros muchos planificaban mejor su fuga y se unían a redes criminales que operaban tras las líneas aliadas, viviendo del robo de suministros y vendiendo en el mercado negro, en muchas ocasiones en colaboración con mafias locales. Estos grupos resultaron ser un verdadero quebradero de cabeza para los oficiales aliados, que tuvieron incluso que desviar tropas para vigilar almacenes y combatir a los ladrones. La situación llegó hasta tal punto que, cuando los americanos llegaron a las fronteras de Alemania, carecían de suministros para aprovechar la situación con un avance decisivo.
Hubo también casos de soldados que, horrorizados por lo que veían día a día, se crearon nuevas vidas en territorio francés y se quedaron en los hogares de sus novias francesas, con las que tuvieron hijos, ocultando su identidad durante años. Charles Glass ha investigado muchas de estas historias, hasta ahora desconocidas y nos las ofrece de una forma un tanto desordenada, pero expuestas con el suficiente interés para que resulten apasionantes. Aunque solo un soldado estadounidense tuvo la mala suerte de ser ejecutado, después del correspondiente jucio, por cobardía ante el enemigo, fue al final de la guerra cuando los psicólogos y psiquiatras empezaron a darse cuenta de que muchos de estos casos de presunta cobardía no eran sino colapsos nerviosos, provocados por la lógica del miedo continuo a la muerte o la mutilación. Una política más humanitaria con los soldados, un tratamiento más personal y la garantía de frecuentes descansos lejos del frente hubieran sido muy efectivos en este sentido. Si algo consigue Desertores es que tomemos conciencia del infinito sacrificio personal que supuso para los soldados aliados (desde luego, también para sus enemigos), el combate continuado para hacer retroceder a la bestia nazi.