Una crónica del fin de milenio
Editorial: Alfaguara / Penguin Random House
Ahora que me ha dado por la Literatura Comparada hay un título que no sé si habrá influido realmente o no en nuestra recomendación de hoy. En todo caso, la trilogía que se cierra con este libro y que comprende Aguirre, el magnífico y El azar de la mujer rubia además de la de hoy me evoca irremisiblemente a otra obra paródica por la que desfilan todos los personajes del momento, al igual que en la trilogía de Vicent, un desfile paródico por el que encontramos a políticos, toreros, miembros de la casa real… Me refiero, qué duda cabe, al inmortal Ruedo Ibérico, de Ramón María del Valle-Inclán que comprende los títulos La corte de los milagros; ¡Viva mi dueño! y Baza de espadas.
Al igual que ocurriera con la trilogía valleinclanesca, en la del valenciano la clave es la parodia, la ironía y mostrar el lado más deformado y cutre –permítanme la expresión- de la supuestamente desmantelada España del pelotazo. En este sentido, nuestra recomendación de hoy enlazaría con La corte de los milagros ya que nuestro Desfile de ciervos, de Manuel Vicent –Editorial Alfaguara / Penguin House Random House- incide especialmente en la casa real española con el protagonismo de los componentes más jóvenes ya que los mayores, en concreto, Juan Carlos I, tuvo mayor presencia en El azar de la mujer rubia. Es decir, en el ruedo de Vicent hay, al igual que ocurriera con el de Valle-Inclán, un orden cronológico que facilita la lectura.
Ciertamente, no solo encontraremos protagonistas de la familia real ya que en el libro de hoy se nos presenta una obra coral de muchísimos personajes en la que no podría haber un protagonista muy definido a menos que fuera el periodista Javier de Sosa quien con sus entrevistas y reportajes sirve como hilo conductor al relato.
De hecho, se me ocurre que la protagonista real de esta novela, de toda la trilogía realmente, es esa España del pelotazo, que ahora que lo pienso tiene bastante de tal y como bautizó Valle-Inclán al Madrid de Luces de bohemia. ¿Cómo podría ser hambrienta una España opulenta y rebosante de dinero? Evidentemente, ese hambre viene por una de las obsesiones del fin de milenio, la estética. Una obsesión que ha hecho las delicias de las clínicas quirúrgicas, de los gurús de la dietética, de los entrenadores personales. En definitiva, un auténtico negocio como cualquier otro de los que se desgranan en el relato de Manuel Vicent.
Un acontecimiento marca brutalmente el fin de milenio que se relata en el libro. Ese 9 de septiembre en el que unos aviones provocaron el pánico mundial y la auténtica seguridad de que el fin del mundo estaba próximo. Esto da otra de las claves del relato, el tono apocalíptico que con el paso de los años suena tremendamente ridículo y que da pie a nuevas ironías del autor valenciano en este sentido. Hay que reconocer que no le falta razón porque quienes vivimos aquello sabemos lo que pasó y el ambiente que había. Tiene gracia porque si a Javier de Sosa le pilló aquel fatídico acontecimiento en Egipto, según la novela, claro, a mí me pilló en Londres y a muchos de nuestros lectores seguro que también ya que es una fecha típica de veraneantes rezagados poco propensos al turismo de sol y playa de los meses de julio y agosto.
Formalmente, se trata de una novela ligera, flexible y manejable. La letra y el tratamiento de los blancos acostumbrados en la colección ayudan a la lectura fácil y amigable. El relato, muchas veces conocido, transcurre ágil, a veces de manera vertiginosa, en una trama con sabor a periodismo. En la cubierta, un ciervo de profusa cornamenta campea a sus anchas por el Palacio Real mientras una cría renquea con paso torpe en la sombra. Que la disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado