Un estudio sobre la pobreza en Venezuela, denominado “Estudio Nacional de Condiciones de Vida (Encovi)” realizado de manera conjunta por la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), y la Universidad Simón Bolívar (USB), monitoreando el país desde el año 2014, deja al descubierto la realidad que pretende ocultar y minimizar el gobierno nacional, que dan cuenta de que Venezuela es un país rico donde tres millones de venezolanos comen basura.
El sociólogo, experto en temas de pobreza y director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, Luis Pedro España, presentó números que califica como “escandalosos” y son los que se refieren a la de los venezolanos que tienen una batalla diaria por la basura.
Estas desgarradoras cifras hablan de que el ocho por ciento de los venezolanos come alimentos desechados por otras personas. Para el experto, este número es “escandaloso” y muestra el deterioro social que se agravó en los últimos tres años. “Una de las cosas más asombrosas es que llevamos tres años seguidos de recesión y vamos para un cuarto año que será el 2017 con toda seguridad. Lo que sorprende a todos los venezolanos es que ya llega al nivel de negligencia del Gobierno, porque no hace nada diferente por mejorar esta situación”.
En este estudio se relata que, entre 2015 y 2016 aumentó tres puntos porcentuales la pobreza estructural, muchachos, por ejemplo, no van escuela (…) 49% de hogares están en pobreza reciente, situación coyuntural porque los ingresos no le alcanzan. 82% en los hogares venezolanos, no pueden cubrir sus necesidades básicas.
Según la Encuesta sobre Condiciones de Vida, a 93.3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras que siete de cada 10 personas perdieron en promedio 8.7 kilos de peso en el último año, detalla el estudio de este grupo de prestigiosas universidades venezolanas.
Con respecto al tema de la pobreza en Venezuela, señala la socióloga María Gabriela Ponce, de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que se encargó de estos datos, que la pobreza extrema aumentó de 23,6% a 61,2% en cuatro años y casi diez puntos tan solo entre 2016 y 2017. La encuesta fue realizada a 6.168 personas de entre 20 a 65 años de edad de todos los estratos sociales en cinco regiones del país, entre julio y septiembre del 2017. Fue hecha por docentes de la UCAB, de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de la Universidad Simón Bolívar (USB).
El referido estudio evidencia, la manera exponencial del deterioro de la calidad de vida de los venezolanos en los últimos años, y reveló que en 2014 la pobreza extrema se ubicaba en 23,6%, en 2015 en 49,9%, en 2016 en 51,5% y en 2017 en 61,2%.
Asimismo, se hace mención de que los hogares “no pobres” en 2014 representaban el 51,6%, en 2015 eran 27%, en 2016 bajó a 18,2% y en 2017 llegó a 13%.
Por otra parte, el estudio también revela que, 68,3% de los encuestados dijo haber pedido dinero prestado a un familiar o amigo para comprar alimentos, mientras que 36% señaló haber vendido algo para llegar a fin de mes.
Frente a esta dolorosa realidad, señaló el sociólogo Luis Pedro España que la crisis económica en Venezuela ha generado una caída de 80% en los ingresos de los venezolanos y ha empobrecido a más de la mitad de la población. “Ningún país de América Latina tiene los niveles de pobreza que tiene Venezuela porque ningún país tiene los niveles de inflación y de recesión que tiene actualmente el país”.
Solamente, quienes estamos en Venezuela, conocemos y palpamos diariamente el hambre, la miseria, las carencias y necesidades que viven nuestros hermanos de condición económica más precaria. En nuestro país, los niños pelean en las calles con los perros, en disputa por conseguir algo que comer, en los diferentes basurales. Hombres, mujeres y niños, que se apostan en las afueras de los restaurantes de lujo en Caracas, a esperar que los trabajadores les regalen embolsados, los desperdicios que dejan los comensales.
En mi caso, por ejemplo, resido en una urbanización con un nivel medio, que no es clase media, porque fue extinta, y hoy estamos todos bajo un mismo cielo y un mismo sol, bajo una sola clase, que, en las próximas páginas de la historia de Venezuela, donde se narre el horror de los 19 años del socialismo del siglo XXI, seremos reconocidos como la “clase sobreviviente de Venezuela”.
Con palabras, quizás no pueda ilustrar lo que veo diariamente en mi comunidad, pero las heridas permanecen abiertas, al ver el desplazamiento de mis hermanos venezolanos, en familia, de un edificio hacia otro, hurgando todas las bolsas de basura que encuentren y guardando los desperdicios que extraen, en bolsos que llevan. Chicas embarazadas, madres con bebés en coche, abuelos, salen 10 y llegan 20 más, a registrar la basura, otros esperan que vengan los camiones del aseo urbano, para revisar lo que traen.
Vecinos, han tocado el timbre en mi hogar, para que “les preste”, si tengo, cuatro huevos, tres plátanos, un paquete de harina de maíz, un kilo de arroz o un paquete de pasta, o para ver si tengo algo cocinado, para que “les regale”, porque han tenido dos días sin dar nada a sus hijos pequeños. Duele profundamente en el alma, querer hacer mucho más de lo que humildemente he podido, por mis hermanos que tienen hambre, que sufren y con quienes he llorado, y no poder, porque también soy una sobreviviente.