“Activistas de la Plataforma Antidesahucios se concentran esta mañana en el número 44 de la arteria madrileña, en pleno corazón financiero de la capital, para defender la vivienda de Cristian y su madre, Mónica, enferma de Alzheimer. Viven de alquiler y están al corriente de pago de una renta antigua. El dueño les quiere echar “porque quiere la casa para su hija”, explica Cristian. El hijo, en paro y sin ingresos desde hace tres meses, ha solicitado una vivienda social sin respuesta. El deterioro cognitivo de la madre hace que no pueda comprender exactamente lo que está pasando“.
El Sr. Cristian, a quien pretenden rescindir un contrato de arrendamiento en uno de los supuestos previstos por la ley, tiene todas mis simpatías, pero exactamente las mismas que el propietario de la vivienda que se pretende desalojar. El problema en este caso, no es de los bancos, ni de Cristian y mucho menos de su madre, enferma de Alzheimer; la cuestión debería haberse visto solucionada por los servicios sociales o los políticos, en general, deberían haber establecido los mecanismos necesarios para que una anciana con demencia senil y un hijo en el paro, no quedasen en la indigencia cuando el dueño del piso en el que viven de alquiler, ejerciese su legítimo derecho a disponer de la vivienda si le es necesaria y en los supuestos previstos por la norma. Demonizar al propietario, por parte de quien sea, no deja de ser un modo poco elegante de predicar el anarquismo.