Desigual para todos.

Con la confirmación por el TS, después de una sustancial rebaja, de la condena de Iñaqui Urdangarin, toda la pocilga mediática y los voceros del régimen del 78, se han puesto a gritar como locos que dicha condena es una prueba definitiva de que en España hay separación de poderes y que la Ley es igual para todos.

Cada vez que oigo este tipo de comentario mi reacción se resume así: ¡¡¡¡Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja,Ja,ja,ja!!!!!

De lo que si hay evidencias y pruebas a montones es que en España la separación de poderes ha dejado de existir, con el agravante de que no es el Poder Ejecutivo el que controla al Poder Judicial sino que es el partido que se adueñó de la Justicia, el PP, apoyado por el resto de miembros del régimen del 78, C’ y PSOE con el telón de fondo del Opus Dei. Las pruebas no se localizan solo en los muchos casos en que el fallo está en función de a quien se juzga sino en que no hay organismo internacional dedicado a la salvaguarda de la democracia que no haya emitido una opinión negativa sobre la separación de Poderes en España, como G.R.E.C.O. ( Group of States Against Corruption) del que forman parte el Consejo de Europa y todos los países de la U.E. que en su último informe sobre España calificó el Poder Judicial como un departamento más del Ministerio de Justicia.

Hace bastantes años que un alcalde de Jerez afirmó que en España la Justicia es un cachondeo por lo que fue duramente atacado y perseguido. Hoy día la Justicia española sigue siendo un cachondeo solo que muchísimo mayor que la del momento en que el alcalde jerezano la definió. El fallo del caso Noos-Urdangarin es precisamente una buena demostración no de lo ejemplar de la Justicia sino de su cachondeo elevado a la enésima potencia.

Para empezar a la infanta Cristina solo se le impone una multa que encima el TS se la ha reducido a la mitad porque afirmó que no conocía nada de los negocios de su marido a pesar de que su firma aparecía por todas partes y las evidencias eran de exactamente lo contrario a lo que declaraba, hasta el extremo que en un país serio con una justicia seria con tal manifestación la infanta habría corrido un serio riesgo de cometer perjurio.

Son muchas las indicaciones e incluso evidencias de que el Rey Emérito primero animó a su yerno a aprovechar su posición para hacer negocio, después le apoyó para hacerlo y finalmente dejó claro a quien se debía condenar y por cuanto tiempo. Esta misma semana el mismo fiscal del caso ha afirmado que si no se llamó a declarar al Rey fue por la maldita inmunidad real.

Aprovecho la ocasión para repetir lo que he mencionado muchas veces. Tenemos una familia real que estaba en la miseria cuando el Rey accedió al trono mientras hace ya años que se trata de la familia real con la mayor fortuna de Europa después de la británica. Y aunque solo sea por curiosidad morbosa y para saber cuánto nos ha costado, me gustaría saber cómo se monta una inmensa fortuna en muy pocos años.

Hay muchos aspectos del fallo del caso Noos que son abominables, como por ejemplo que se le permita a alguien que no está solo imputado sino ya condenado el residir en Ginebra, encima financiado por los clientes de BanCaixa, pero a mí el detalle que me irrita hasta sulfurarme es el hecho que a todos los condenados del caso Noos se les ha permitido escoger la cárcel donde van a cumplir su condena que, sin duda alguna, acabará siendo muchísimo más corta que la establecida por el TS, mientras se continúan manteniendo en prisiones muy alejadas de sus familias a los nueve presos políticos que en realidad deberían estar en libertad porque solo están imputados por delitos que a pesar de los muchos intentos nacionales e internacionales de jueces y fiscales prevaricadores no se ha podido aportar una sola prueba de que se cometieran.

Repito lo que he dicho montones de veces: la mayoría de los catalanes no queremos la independencia por catalanismo o cualquier tipo de nacionalismo sino por algo tan simple y tan difícil como perder de vista a la España actual, con su corrupción y podredumbre para siempre, y poder leer y oír sus enormes estupideces desde el otro lado de la frontera.

Y como colofón de este último párrafo el resultado final de la crisis catalana no puede ser más incierto porque tanto gobierno como buena parte de la ciudadanía  del resto de España parecen empeñados en que los que somos independentistas porque nos hemos hartado de España seamos cada vez más. Con lo fácil que habría sido solucionarlo con un referéndum en el 2012.