Es una de las falsedades más aceptadas socialmente para no herir susceptibilidades y ser políticamente correctos. Se habla a menudo de la brecha salarial, pero la realidad es que la desigualdad salarial entre hombres y mujeres no es relevante ni existe.
Aunque se repite hasta la saciedad en los países más avanzados, ya sea en Estados Unidos o Europa (España incluida), lo cierto es que esa desigualdad salarial sólo existe en las mente de las feministas y los feministos que les hacen la pelota y les siguen el rollo.
Las estadísticas no mienten y, manipulaciones feminoides al margen, lo que revelan es que esa brecha salarial es insignificante y siempre tiene una explicación lógica y razonable cuando se produce.
Tomemos el ejemplo de España, donde las cacatúas feministas repiten datos falsos con enorme desparpajo. Se escucha que la brecha salarial ronda el 20%. Falso, ni de lejos. Es un dato manipulado para arrancar ventajas salariales.
Las diferencias salariales reales, basadas en datos oficiales y contrastables, oscila entre el 0,8% y el 2,9%, según si nos referimos a sectores de la industria, la construcción o los servicios. En infinidad de empleos incluso no hay diferencia salarial alguna. En los empleos en los que hay una brecha más amplia, es comprensible por el tipo de trabajo que se realiza, su productividad, nivel laboral, etc. En esos casos de mayor diferencia es necesario tener en cuenta que los salarios los marca el mercado y la empresa. No se puede ni se debe obligar a una empresa privada a pagar lo mismo a todos los trabajadores, dado que no todos tienen las mismas habilidades ni capacidades.
Los lectores se preguntarán entonces si esto es así, ¿por qué vemos esos titulares sensacionalistas con brechas salariales de escándalo entre hombres y mujeres? La respuesta es sencilla: esos datos suelen incluir retribuciones a tiempo completo y parcial, de diferentes sectores y mezclando diversas categorías salariales y de empleos, lo que distorsiona mucho los resultados y es caldo de cultivo ideal para que las feministas, los feministos y cuantos deseen manipular, lo hagan abiertamente y digan lo que les salga de las narices. Aunque sea completamente falso. Todo sea para apuntalar argumentos a favor del aumento de salarios para las mujeres y de incentivar la discriminación positiva. Que todavía no se han enterado que es discriminación. Y eso que se creen inteligentes.
Pero la cosa no termina ahí. La manipulación de este tema sobre la brecha salarial ya es de escándalo si nos fijamos en trabajadores jóvenes, de menos de 30 años, donde si estudiamos los datos por salario medio y hora, vemos que la diferencia salarial entre hombres y mujeres oscila entre el 0,97, el 0,13 y el 0,63, en la industria, la construcción y los servicios respectivamente. Ya ve: una diferencia del copón, ¿eh? Eso no es brecha salarial, no es ni grieta ni rendija. No hay diferencia salarial alguna.
Es una simple y burda manipulación de los colectivos feministas y cuantos les apoyan para construir un discurso político y social. Una milonga de los lobbies feministas y de cuantos los corean.
En Estados Unidos sucede lo mismo: un discurso falso sobre brecha salarial por el mismo trabajo realizado. Igual de falso porque las diferencias son igualmente inapreciables o nulas. Ahí están las cifras que lo demuestran. En los casos en los que hay mayor diferencia salarial, apenas son unos cientos entre millones de trabajadores. Y ahí se basan las feministas para extrapolar las cifras a toda la población. Pero es manipulación no es realidad. Incluso en los casos en los que hay diferencia salarial, la discriminación se produce en ambos sentidos: para hombres y para mujeres. Naturalmente, en los casos en los que la discriminación es para los hombres, nadie dice nada.
Los titulares y las declaraciones interesadas nunca explican que las diferencias salariales, cuando se producen, siempre tienen una explicación por factores individuales, esfuerzos de cada persona, formación, etc. Y que a día de hoy, esa brecha salarial entre hombres y mujeres no existe, es otra falacia de los partidos políticos que buscan votos entre las mujeres para sacar ventajas para ellas. Esta es la verdad, para algunas dura de oír, pero la verdad.