Si cogiéramos las fotos de dos edificios, uno viejo y otro nuevo, este último con algunos elementos comunes al primero, como el ritmo de los huecos y algún detalle decorativo en la cornisa, y los montásemos uno sobre el otro, podría quedar algo parecido a la fotografía de arriba.
Viendo las fotografías por separado parece claro cual es el edificio viejo y cual el nuevo y, aunque ambos encajen a la perfección, el montaje resulta visualmente extraño. En efecto, la sensación es de que se ha forzado la disposición de las dos casas para conseguir el nuevo edificio, a pesar de las notables diferencias que muestran ambos. Y es que, todavía “canta más” por haber colocado la construcción antigua sobre la nueva. Se trata, evidentemente, de una trampa, pués a nadie se le ocurriría semejente tropelía alterando el orden natural de las cosas.
En todo caso, volviendo a la realidad, es posible que en algún momento nos topemos con algo parecido a esto que estamos viendo, lo que nos hará dudar del verdadero sentido de la cordura . El resultado de apilar casas diferentes unas sobre otras, aunque poco acertado, en el mundo real guarda la lógica cronológica de las diferentes edades que se superponen formando estratos, y se convierte en una triste desilusión óptica que se puede ver en la calle García de Paredes, 9 de Madrid.