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Deslumbramientos de Martine Broda

Publicado el 18 noviembre 2009 por Santosdominguez @LecturaLectores
Deslumbramientos de Martine Broda
Martine Broda.
Deslumbramientos.
Traducción, introducción y notas
de Miguel Veyrat.
Linteo. Orense, 2009.

En la primavera de 2006, lo recuerda en su introducción, Miguel Veyrat publicó la traducción al español del ensayo El amor al nombre (Losada), de la poeta francesa Martine Broda (1947-2009), una reflexión crítica sobre la lírica amorosa a través del deseo y a lo largo de la historia en la que la autora exploraba con profundidad las relaciones entre palabra, sentido y deseo.
Un poco antes de la versión española de ese ensayo, se publicaba en Francia la primera edición de Éblouissements, estos Deslumbramientos que acaba de traducir también Miguel Veyrat para la colección de poesía Linteo y que abordan en la práctica esos problemáticos vínculos entre poesía, lenguaje y sentido.
Martine Broda, que murió el pasado 23 de abril, fue la primera traductora de Paul Celan al francés. Y Celan es, sin duda, una de las referencias indiscutibles de su poesía. Una poesía que indaga en los límites del lenguaje, de la experiencia y el dolor, marcada como la de su maestro por el holocausto, la limitada formulación verbal de lo inefable y una angustia que es esencialmente intransitiva.
Y esa es una dificultad añadida a la siempre difícil labor de traducir poesía, de transmitir el tono o de expresar la polisémica convivencia de sentidos y connotaciones en una poesía tan afilada como la de Martine Broda. Miguel Veyrat, reciente Premio Stendhal de traducción, aborda el reto y lo resuelve con la solvencia propia de un poeta dueño de una voz hermana de la de Martine Broda y de un mundo poético semejante.
Quizá no haya mejor fondo musical para la lectura de estos Deslumbramientos que la obra de Olivier Messiaen, que en su música –sobre todo en el Cuarteto para el fin de los tiempos- aborda una realidad muy parecida desde una posición moral y estética similar. Messiaen y Martine Broda comparten la herencia de la shoah y el mismo ímpetu místico, la misma necesidad de romper los límites del lenguaje poético o musical, la misma polisemia, las mismas presencias tutelares de ángeles y espacios, la misma voluntad de sobreponerse a la temporalidad. Y, finalmente, el mismo deslumbramiento y la misma esperanza en el músico y en la poeta, que comparten el destello de las revelaciones y las celebraciones al borde del abismo o más allá del horror.
Así en el poema que cierra el libro:
despertar-fractura
con ángel sangrante:

en la decepción

el cuerpo gira deslumbrado boca en busca del azul

de la horrible dulzura de lo posible

Santos Domínguez

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