Es necesario distinguir entre «cómo es el proceso emprendedor» y «cuál es la naturaleza del ser emprendedor». Para responder ¿quién es un emprendedor? (naturaleza) no es metodológicamente correcto indagar en la literatura que describe ¿qué hace un emprendedor? (sus procesos).
Obviamente, no se puede comprender la naturaleza implícita en algo de lo que sólo se observa su comportamiento explícito acerca «por qué» y «cómo» funciona (proceso); se necesitar aprender «para qué» lo hace (sus motivos y propósitos más profundos).
El error conduce, por trayectos cognitivos equivocados, a conclusiones equivocadas.
Comentando, a pedido de sus autoras, el borrador de un artículo académico sobre el perfil psicológico de los emprendedores he reflexionando acerca de estas cuestiones:
Desde mi propia experiencia emprendedora y como facilitador para desarrollar talentos emprendedores siento que la literatura científica no es suficiente, sobre todo la generada en los últimos 10 años que —salvo muy contadas notables excepciones— refrita con dudosa fidelidad, una y otra vez, textos científicos originalmente elaborados hace 25 años o más por una docena de autores (por orden alfabético): Bird, Brockhaus, Hornaday, Kirzner, Knight, McClelland, Pinchot, Reynolds, Schumpeter, Steveson, Timmons y Vesper.
Sí: llama la atención que los fundamentos del entrepreneurship como disciplina científica sean producto de la elaboración de economistas, sociólogos y psicólogos anglosajones y que ningún iberoamericano se haya destacado hasta el presente con producción propia proponiendo una línea de investigación y aportando nuevo conocimiento prospectivo acerca del emprendedorismo.
En Iberoamérica, abunda (ya sobra) el “refrito teórico-descriptivo” y falta conocimiento innovador prescriptivo sobre las buenas prácticas para estimular y desarrollar talentos emprendedores efectivos.
Se están repitiendo fórmulas: los mismos cursos que pese a actualizar parte de sus metodologías imparten los mismos contenidos de hace 25 o 30 años; se siguen organizando los mismos concursos de ideas que solo tienen una moderada renovación de sus procesos como si se trataran de versiones adaptadas desde reality shows al estilo Gran Hermano™ u OT™; o se están organizando maratónicas sesiones de brainstorming para competir por equipos creando ideas de «negocios exitosos» en menos de 48 horas.
Se profundiza el divorcio entre la investigación científica para crear nuevos conocimientos sobre la naturaleza de los emprendedores de esta época, en nuestros contextos regionales iberoamericanos, y la demanda social para solucionar los efectos colaterales del contradictorio y paradojal acelerado desarrollo tecnológico: concentración de la riqueza económica y del poder político, desarraigo y debilitamiento territorial, desempleo y pobreza estructural.
La primera falaz “conclusión extendida” de la “nueva literatura científica” es la descripción de personalidades emprendedoras con rasgos y capacidades superiores.
Considerando las observaciones a simple vista del universo contemporáneo de “emprendedores” —entre los que comienzan a ser mayoría las personas desplazadas del mercado laboral formal, o por quienes tienen que migrar de territorio de residencia, que nunca se han planteado crear una empresa o desempeñarse en una actividad profesional por propia cuenta y riesgo— afirmar que el “ser emprendedor” implica capacidades de desempeño superiores a la media es muy relativo.
Conozco centenares de personas que han iniciado sus negocios (algunos fracasaron varias veces y lo volvieron a intentar, algunos de ellos ya están en un nivel de “éxito razonable”, y otros en el nivel “lo siguen intentando”; algunos han hecho un “¡gol!” de primera intención; otros se han tenido que asociar a otra gente con competencias complementarias a las de ellos; algunos han creado media docena de empresas y seguramente crearán otras 6 antes de los próximos 3 años cuando pase “la crisis)… Digo:
Esteriotipar la naturaleza del ser emprendedor con los casos “más populares” (como Andy Freire, Dan Bricklin, Félix Tena o Wenceslao Cáseres, solo para nombrar algunos) es limitar peligrosamente tanto a quienes pueden ayudarse a “explotar” su rasgos personales emprendedores, como a fundamentar el prejuicio extendido “yo no puedo, yo no sé, yo no tengo”.
Propongo relativizar el concepto del “ser emprendedor superior”; existe una enorme cantidad de personas comunes, con rasgos psicológicos y socioculturales muy diversos que desmitifican la idea que “emprendedor” es un estado de desarrollo psicológico, emocional, sociocultural y biológico «superior al promedio».
Estimo necesario desagregar “espectacularidad” a la personalidad emprendedora.
Hace muchas décadas, junto con la “globalización de la economía”, comenzó lo que el sociólogo alemán Ulrich Beck llamó la “globalización de las biografías”. Las personas comenzamos a ser“polígamos territoriales”, nacemos en un lugar, vivimos en muchos lugares (físicos y virtuales) y seguramente, la mayoría de nosotros, morirá fuera de su “pago”.
De igual manera, cuando se escribieron las bases acerca de cómo son los emprendedores, cómo se comportan, cómo aprenden, cómo viven, cómo piensan, por qué tienen éxito y/o por qué fracasan, etc etc etc había un rango de causas muy vinculadas a las vocaciones, el talento, los intereses y las aptitudes; pero con la evolución del desastre financiero de los últimos 20 años en la sociedad contemporánea la mayoría de los emprendedores ya son gente que trata de huir del desempleo y la pobreza, construyendo nuevas alternativas ocupacionales/profesionales.
Actualmente, la naturaleza del ser emprendedor y las iniciativas emprendedoras están aparejadas a larevulsión socioeconómica y también se han modificado sustantivamente los perfiles psicológicos de las personas que abrazan una o varias iniciativas emprendedoras por cuenta propia.
Hoy es erróneo responder “¿quienes son emprendedores?” con las mismas conclusiones a las que arribaron en Estados Unidos o Inglaterra hace 20 ó 30 años atrás.
A ver:
Si dices que sólo flota el corcho, la madera sentirá que se va a hundir aún antes de intentar meterse en el agua.