Vetusta Blues. -
“Desmontando Ciudad Hipérbole”
Pasa el tiempo -como ya anticipásemos en otro artículo de esta misma columna- y los presagios de los destronados tras veinticuatro años de régimen, las profecías del caos proclamadas con insistente pertinacia no han ocurrido. Tras ellos, no llegó el caos, sólo la contemplación de los restos de veinticuatro años de mandato donde se han perdido oportunidades de oro para convertir a Oviedo y renovar muchos de sus espacios que hoy sólo son ruina (el spa de Ciudad Naranco), abandono (el antiguo Huca) o áreas bloqueadas (plaza de toros, La Vega). La red establecida de clientelismos provoca muchas protestas de sus beneficiarios, que han perdido dichas adjudicaciones. Los Premios Líricos y sus fastos me han parecido ese ejemplo preclaro que explica todo lo escrito: te coloco aquí -con el dinero de todos los ovetenses- y justifico el evento, el millonario evento, el inútil evento, ese evento que interesaba tanto, ese evento por el que -una vez rechazado por Oviedo- millones de capitales del mundo se interesaron tanto que su número asciende a cero a día de hoy.
La construcción de esta “Ciudad Hipérbole” en que se quiso transformar a Oviedo requerirá muchos esfuerzos, que pagaremos todos los vecinos de la ciudad. La “Ciudad Hipérbole” de la biblioteca más cara del mundo -como todos ustedes saben situada en Villa Magdalena- que, como bien expone en su pasquín “Pasión por Oviedo” el excalde de la ciudad, no es más que un invento del “tripartito del caos”: “tras la eficiente gestión de Agustín Iglesias Caunedo, la situación financiera del Ayuntamiento es tan solvente que puede afrontar este pago sin renunciar a ninguna de las grandes inversiones que Oviedo necesita y merece”. Ahora, en ese afán por intentar borrar huellas de esa “Ciudad Hipérbole”, se trata de argumentar que nada de lo que se (mal)construyó a coste de oro existió: ni ese Calatrava que se cae, ni ese estadio Carlos Tartiere -único en el mundo sin fondo norte y fondo sur, con fondo este y oeste en una invención digna de pasar también a las páginas más tristes de la historia de la arquitectura- ni esa plaza de toros que se pudrirá en su i.b.i. (se sacaron de la manga una carpa multichachiguay de un coste que bien podría haber servido para afrontar la rehabilitación del coso) por no hablar de los mencionados lugares por donde Oviedo podría haberse renovado como el espacio del antiguo Huca o el de la Fábrica de Armas.
Lo que me causa más desazón es que, al celebrar la publicación de un magnífico trabajo como”Oviedo, libro abierto”, haya quien trate de justificar a los destronados con argumentos de mucho peso, de inmenso peso, como “escribir, escribe cualquiera, como me lo vas a comparar con alguien que se dedica a la lírica”, o que ese libro haya costado el 1% de un evento vacío como los Premios Líricos, por el que pugnaron las ciudades más importantes del mundo, como ya hemos tenido noticia en todos estos últimos meses. La “Ciudad Hipérbole” deja sus restos desperdigados para que los paguemos todos los ovetenses en un lastre que durará décadas. En esa ciudad de la Hipérbole que, esperemos, por el bien de todos los ciudadanos de Oviedo, no volvamos a ver en mucho tiempo.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el jueves 2 de marzo de 2017