El primer calendario solidario con desnudos, o casi, fue el de los bomberos de Chicago hace unos noventa años, y el último del que se tiene noticia es el de unas madres de un colegio valenciano que quieren pagar con su erotismo el autobús escolar de sus hijos.
Los bomberos aparecían en aquellas fotos en blanco y negro con un bañador precursor del Meiba, popularizado en España mucho después por Fraga Iribarne, tensionando sus bíceps y tríceps, y gesticulando como para salvar la ciudad en llamas.
Las madres del colegio Evaristo Calatayud de Montserrat, Valencia, ocultan su principal característica sexual, pero tratan de enervar a los potenciales compradores con exhibición de muslos y pechos, incitantes ante la cámara.
Copian a las frikis, término recién aprobado por la Academia, de Telecinco y de Interviú, pero resultan aún más patéticas.
Dicen que así conseguirán 43.000 euros para el autobús escolar que les retiró el gobierno regional.
Aunque la causa aparenta ser buena --hay otras mil formas de recaudar dinero-- deberían haberse preguntado que pensarán dentro de unos años sus hijos, y qué autoestima tendrán sus hijas, cuando vean a su madre insinuándose en los talleres mecánicos.
Es una forma de prostitución ligera que practican también unas futuras maestras de Málaga que usan la frase y el acto de “quedarse en bragas” públicamente para protestar por la reducción de los presupuestos educativos.
Por toda España se multiplican ahora desnudos parecidos por “buenas causas”. Se han puesto de moda para demandar algún servicio o derecho social.
Y se ha elegido el desnudo no como expresión artística, sino como incitación sexual onanista, hipócritamente vestida de solidaridad, lo que señala la gran pérdida de vergüenza y dignidad sufrida por numerosos ámbitos sociales…, y políticos (estos nos desnudan).
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