La adolescencia supone un cúmulo de cambios, tanto físicos como mentales. Durante este período se aumenta de peso y de volumen, además de madurar sexualmente. Es un período donde se necesita un mayor aporte de nutrientes siendo uno de los puntos clave para su correcto desarrollo. Durante esta etapa un adolescente aumenta un 20% su talla y un 50% de peso. Por tanto, llevar una alimentación que cubra el gasto que estos cambios van a suponer, es importante para evitar carencias que puedan alterar o deteriorar la salud.
Es muy importante que durante este período de cambios y crecimiento, los padres se preocupen de la alimentación de sus hijos, así de los posibles trastornos y desórdenes alimentarios que puedan padecer. Estos trastornos se sitúan en el tercer lugar de la lista de las enfermedades de los adolescentes, precedidos por la obesidad y el asma.
¿Qué desórdenes alimentarios existen?
Los más conocidos son la anorexia y la bulimia.
La anorexia es un desorden emocional en el que la joven busca adelgazar con una dieta muy restrictiva. Esto provoca una delgadez extrema que acompaña a problemas físicos y desnutrición.
La bulimia está caracterizada por la ingesta de grandes cantidades de comida con muchas calorías que posteriormente se purga, vomitando o con laxantes. Además de la ingesta de comida también la alterna con dietas muy restrictivas y extremas.
Tratamientos para los trastornos alimenticios.
Una vez que el problema sea detectado, poner a ese adolescente en tratamiento inmediatamente, será el siguiente paso. Aunque en la mayoría de los casos, éstos no reconocen el trastorno que tiene y puede resultar complicado hacerlo.
La anorexia se suele tratar con un programa de tres fases: aumentar el peso y mantenerlo, tratar los desequilibrios psicológicos y la rehabilitación a largo plazo para una recuperación completa.
La alimentación será impuesta por un especialista que controlará en revisiones periódicas que establezca si ha habido aumento de peso.
En el caso de la bulimia el tratamiento consiste en que la paciente deje de comer compulsivamente, deje de purgarse y ayudarla con la autoestima a través de un proceso psicológico.
La combinación de tratamiento psicológico con nutricional está a la orden del día. El objetivo es ayudar al paciente a cambiar de hábitos alimenticios caminando hacia una dieta equilibrada, y a la vez tratar de suavizar la resistencia psicológica al cambio y la tendencia que tiene el paciente a ver su cuerpo como no es. Son tratamientos largos, y de resultados a largo plazo. Cambiar hábitos no es sencillo.
Artículo redactado por el Staff de SmartSalus.com
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