La semana pasada salió una de nosotras con su hijo a comprar unos botines de futbol. Al ser una compra tan concreta, nos fuimos directamente a la sección de deportes de unos grandes almacenes y, mientras llegábamos a ella, atravesamos por la papelería del centro. Inmumerables madres con sus hijos, en un tremendo guirigay de ruido y trasiego, se afanaban con la compra del material escolar, llenado cestas y carros con cuadernos, mochilas, lapices... -"Madre, ¿no te de alegría no tener que pasar por esto ya?" dijo Antoñete... Y la verdad es que, en medio de aquella batalla de madres, niños y dependientes, una sentía como una especie de relajo al pensar que, esa etapa, era "prueba superada". Como otras tantas de la crianza de los hijos. Echas la vista atrás, y sus diecinueve años han pasado en un suspiro... Sin embargo, han sido muchos los pasos recorridos. Despacio y sin pausa, como la tortuga de la fábula, y cargadas de constancia, determinación y mucho amor, hemos contribuido a formar unas "personitas" cada día más independientes, con sus propios gustos, sueños, y con una vida propia que, como dice el precioso poema de Khalil Gibran, no nos pertenece... Aunque estemos dispuestas a acompañarlos, cada temporada, a por sus zapatillas de fútbol.
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Y aquí lo dejamos, que no queremos ponernos moñas nada más empezar la semana... Estas "tortu-cajitas" las recordamos de toda la vida, ¿verdad? La nuestra, nos conquistó por su aire étnico, alegre y tierno a la vez... ¡Y por lo bien que decoran!