El 2013 puede haber sido muchas cosas, pero la palabra «especial» se repite en mi cabeza más que ninguna otra. Supongo que los años van pasando y cada uno va aprendiendo cosas a su manera, pero lo que más me ha llamado la atención en este año es los recuerdos que saco de ellos. Este año, como otros, todos los momentos han pasado por el filtro de importancia y, ¡sorpresa!, prácticamente todos han tenido la fuerza necesaria como para pasar esa criba. Y como este año ha sido tan especial, también necesita una despedida especial.
Quizá porque este año he estado más contacto que nunca con la profesión a la que me podré dedicar en un futuro al 100 %, he decidido que este año, como despedida, estaría bien nombrar ciertas palabras que han sido importantes durante estos 365 días, o, mejor dicho, que mejor los resumen.
La primera de todas es fortaleza. Este año no ha sido fácil a muchos niveles, pero he tenido la suerte de poder sacar la fuerza que necesitaba en el momento preciso. He podido superar este año gracias a los empujones que la gente que me rodea y que me quiere de verdad me daban día a día, y gracias a la energía de mi interior que pude encontrar durante los momentos difíciles.
Supongo que en estos momentos, en los que parece que nada te sale bien, te das cuenta de algo (o, al menos, en mi caso fue así): nada es tan bello y nada te va a reconfortar tanto como mantener la fidelidad a ti mismo y a tus ideas. A veces, tenemos ganas de hacer cosas que pueden mejorar nuestra vida (o dejarla igual, algo que puede «frustrarnos») pero que, bien por comodidad, bien por cobardía, al final no hacemos y se quedan en un libro de cosas que tenemos pendientes que sabemos perfectamente que jamás haremos. Yo este año he tenido momentos en los que me he tenido que ser muy fiel y tener un período de (aquí viene la siguiente palabra) desintoxicación: he tenido que librarme de ciertas personas y de ciertas actitudes que, en un punto, no servían en la vida que yo quería tener.
En ese punto que menciono entra mucho también mi (futura) profesión, de la que he aprendido muchísimo durante este año. Hace mucho que la traducción está formando parte de mi vida, pero hasta este año no he podido ver las consecuencias de lo que es ser un traductor por vocación y por profesión. Mi vocación (encontrada a lo largo de los años) es poder traducir, pero me he dado cuenta de que la fuerza de la vocación es más grande de lo que me esperaba. Es algo que no puedes apartar de tu vida. Y he aprendido (esta frase podría haber ido perfectamente en la parte en la que hablo de fidelidad) que quien no me apoya en esto o prefiere no saber a lo que me dedico se pierde un porcentaje altísimo de mi persona.
Por último, la palabra que usaré para cerrar este ciclo y darle la bienvenida al año nuevo es gracias: por estar ahí, por quererme, por apoyarme, por hacérmelo pasar bien, por hacerme reír, por ayudarme a buscar el equilibrio que necesito, por aconsejarme, por las charlas, por las lágrimas, por los abrazos, por los viajes, por la música, por los mensajes, por las llamadas, por la compañía y, sobre todo, por la felicidad que me transmitís día a día.
Con esto solo me queda desearos un feliz año nuevo y recordaros que os quiero.