Hace veinticinco años los picos de la Sierra Nevada de Mérida (Venezuela) contenían cinco glaciares. Hoy queda solo uno, en el pico Humboldt. Y no durará más de diez o veinte años. Los venezolanos, y con ellos todos nosotros, pronto verán desaparecer algo que lleva 20000 años existiendo. Algo que nuestra humana vara de medir el tiempo consideraría eterno. Más del 75% del agua dulce del mundo está contenida en los glaciares. Veremos, pues, desaparecer algo que nuestro humana fisiología necesita tanto como respirar.
Esta historia nos la contó Jorge Drexler el sábado. En ella está inspirada su canción "Despedir a los glaciares". Nos contó, nos cantó, que una vez luchado lo indecible, intentado evitar, parar, ralentizar el proceso con todas nuestras fuerzas, cuando el glaciar desaparezca, cuando no quede más remedio que dejar de verlo, tenemos la responsabilidad de saber despedirlo.
Mucha responsabilidad para un sábado por la noche, pensé. Mucha, al menos, para este pellejo. Pero esta semana he visto a una familia despedir como se merece a alguien que para ellos iba a ser eterno y siempre fue tan necesario como respirar. Así que he decidido prometerle al señor Drexler ponerme en forma con la responsabilidad.
Y cuando el momento llegue honremos nuestras heridas / Celebremos la belleza que se aleja hacia otras vidas / Y aunque la pena nos hiera que no nos desampare / Y que encontremos la manera de despedir a los glaciares