Se repite machaconamente, en determinados foros, que la despenalización del aborto traería consigo una disminución de la mortalidad materna. Los datos empíricos desmienten esta afirmación gratuita.
Así, en Europa, observamos que tanto Malta como Irlanda tienen tasas de mortalidad
materna de 8 y 6 muertes por cada 100.000 nacidos vivos respectivamente
-tasas de las más bajas del mundo-, siendo países en los que el aborto
está totalmente penalizado. Polonia a su vez con leyes y políticas muy
restrictivas (recordemos que en ese país el aborto es penalizado en el
año 1993) ostenta una tasa de mortalidad materna de 6 por cada 100.000
nacidos vivos, disminuyendo las muertes maternas desde 1990 a 1996 de 70
a 21. De 1993 a 2005, por otra parte, las muertes fetales disminuyeron
un 49,6%.
En el otro extremo del arco, países como Noruega y Dinamarca, que
tienen despenalizado el aborto en todas las situaciones, hace más de dos
décadas que luchan infructuosamente por reducir la mortalidad materna,
la cual incluso se ha incrementado en la última década. El Reino Unido y
Finlandia tampoco han logrado bajar la mortalidad materna en los
últimos 18 años a pesar de tener leyes no restrictivas en cuanto al
aborto.
Una mentira por muchas veces que se repita no logra convertirse en verdad.