“Una vez me escribiste enumerando las cuatro grandes virtudes: sabiduría, justicia, fortaleza y templanza. Constaté que no tenía ninguna de ellas. Sin embargo poseo otras. Ambición… se convierte en virtud si nos conduce al éxito. Ingenio, valor. Tal vez no en el campo de batalla, pero hay muchas formas de valor. Devoción a mi familia y a ti. Ninguna de mis virtudes figuraban en tu lista, incluso parecía que no me desearas como hijo. Escudriño el rostro de los dioses buscando el modo de complacerte, de llenarte de orgullo. Una palabra amable, un fuerte abrazo… ¿Qué hay en mí que tanto odias? Lo único que siempre quise fue estar a tu altura. (Cómodo – Gladiator)
Que tire la primera piedra aquel que sea perfecto. Por favor. Estoy cansada de tropezar con la misma. Desperfectos como defectos para diferenciarnos unos a otros.
La paciencia nunca fue conmigo. Más bien se forjó su propio camino, alejándose del carpe diem que llevo por casualidad intencionada. Destino creo que lo llaman. No. Lo mío no es esperar, porque ya bastante tiempo nos roba la propia vida. Muero en el intento por vivirla, y ya no me recupero.
Egoísmo en estado puro por falta de una paciencia que saque el neto. Utilidad de pensar en uno mismo. Se torna en virtud si tienes las cosas claras y la decepción escrita en la frente. Creo haber dicho ya que yo no espero (nadadenadie, quelocomprendas, asermayorparaentenderlo) Me conformo con entenderme para ir tirando.
Agresividad. Bueno, poco beneficio puedo sacar aparentemente de mi contundencia de carácter ante la poca paciencia que me caracteriza y el excesivo orgullo de mi egoísmo. Todo en cadena. Pero yo decido cuándo me respetan. Y eso tiene que valer algo, al menos en esta sociedad enferma en la que o matas viviendo, o mueres en el más pasivo vacío sedentario.
Celos, envidia, posesión, poseer, poder, querer, tener. Comparar. Las comparaciones son odiosas y aún así son las bases para distinguir el bien del mal, el ejemplo del lastre. El comportamiento del instinto. Lo correcto y, por desperfecto, lo incorrecto. Soy celosa porque mi falta de egocentrismo narcisista me permite sopesar la posibilidad de perder. Y prefiero prevenir antes que valorar lo que ya no tengo. La envidia se transforma en ambición si la pillas a tiempo. Querer es poder.
Mal perder, aprender por atajos. Si pierdes, aprendes. Pero cuando la suerte es quien decide, el orgullo se planta y a tomar por culo con el civismo. O la lección. No hay más.
Rencor. Yo lo llamo heridas sin cicatrizar. No vienen solas, y no se van por arte de magia. Es muy fácil reprochar y juzgar. Lo hacemos constantemente y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Algo falla. Nunca está de más recordar.
Soy desperfecta. Pero así me gusto más y disgusto menos. Y tú, ¿escueces o enriqueces?