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DESPERTAR ANTE LA MEDIOCRIDAD (y II)

Por Mbbp

DESPERTAR ANTE LA MEDIOCRIDAD (y II)

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No ser mediocre, no estar alineado -ni alienado- con la ambigüedad y/o mediocridad y tener energía para llevar adelante tu vida y tus principios, aparentemente es lo peor que te puede pasar en este mundo vacío y tosco! Es, con perdón por el humor macabro, algo así como decía aquel horrible y ya clásico chiste “ser mujer, negra, puta y pobre es lo peor que te puede pasar“! Y es que, a un mediocre, todo le da miedo, se siente amenazado y, por tanto, se rodea de gente mediocre que, en ningún caso, lo pueda poner en evidencia y corra peligro su inseguridad, su ineptitud y/o su falta de liderazgo! Y eso predomina en muchas de nuestros gobiernos, instituciones, empresas, colectivos y, por qué no incluirlo, nuestras familias! La mediocridad, paso a paso, va ganando adeptos, atemorizados por destacar y ser ellos mismos!

Personalmente creo que no hay personas mediocres, sino personas que no creen en sí mismas y les vence el miedo a ser, sentir y vivir como son! Lo que hay es gente que prefiere vivir en la mediocridad, sin sobresaltos ni vaivenes, sin destacar ni ser ellos mismos! Para salir de ella solo basta desearlo, tener valor y no tener miedo al que dirán! Más que nada porque el mundo se cambia desde la paz interior, el amor y la no mediocridad de cada uno de nosotros, sus habitantes!

UNA TRISTE REALIDAD…PAIS

“Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.

Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.

Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.

- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.

- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.

- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.

Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada – cuando no robada impunemente – y la independencia sancionada.

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad, y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.

FORGES.

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