Entrar en la cama agotado, sentir la comodidad de la almohada, refugiarnos del frio entre las mantas, sumémosle a esta imagen la presencia de algo de lluvia. Dormir es, para casi absolutamente todos, algo sencillamente hermoso.
Ahora introduzcamos en este pensamiento la idea de despertar en medio de la noche sin haber despertado en realidad, imagina que tienes los ojos abiertos y puedes oír tu respiración, tal vez, si tienes mala suerte, comiences a alucinar. Imagina que te sientes observado y estás completamente seguro de que hay alguien o algo contigo, casi tocándote, tal vez puedes oírlo, sentirlo y en ocasiones hasta verlo, quieres gritar, pero no puedes emitir sonido alguno, te quieres mover, pero tu cuerpo está paralizado, tienes miedo de estar atrapado dentro de ti mismo.
¡No te preocupes!, La sensación de angustia, temor y encierro será muy real, pero al final no vas a morir ni estás gravemente enfermo (cabe destacar que la parálisis del sueño a veces se asocia con la narcolepsia) y es poco probable que se trate de la visita de un demonio. Es solo que tu cerebro no se ha percatado de que has despertado y el muy lento sigue metido en el sueño y como se supone que durante el sueño el cuerpo no debe moverse para evitar que representemos lo que estamos soñando, el tronco cerebral envía señales para impedir esto y de ahí viene la parálisis, sin embargo, los ojos no se ven afectados por esto.
Esto último es lo que puedes aprovechar para despertar, intenta mover los ojos o alguna parte de tu cuerpo para lograr salir por completo del sueño, si no puedes no te asustes, los episodios no suelen durar más de dos ahogantes y terroríficos minutos, que probablemente te parecerán horas, pero después de eso todo estará mejor.
Buenas noches.