QUE EXTRAÑO LLAMARSE FEDERICO
data: http://www.imdb.com/title/tt2952634
Ettore Scola salió de su retiro para filmar esta película, un último recuerdo a su amigo fallecido, el inmortal Federico Fellini. Escrita con sus hijas Paola y Silvia, Ettore se abstiene de hacer un documental sobre la filmografía de Fellini. Hay (relativamente) poco de la obra cinematográfica de Fellini; hay mucho de Federico. Ettore retrata al amigo, al hombre detrás del director, a ese gran Pinocho del cine italiano, al insomne, mujeriego, poeta de lo marginal, al chico transgresor que disfrutaba de la vida como la fiesta que debía ser vivida.
Este filme es una excusa de Scola para retomar un diálogo con sus amigos, con Fellini y Mastroianni, diálogo interrumpido por la muerte. Caminar por las calles de Roma, trasnochar los bordes del insomnio, asistir a los delirios de los personajes bohemios, frecuentar las caminatas de las prostitutas callejeras, inventar películas como una forma de trabajo, reírse y vivir dejando atrás el fascismo, la guerra, la pobreza. Tal vez esta elección defrauda a quien espere un estudio de la obra de Fellini. Pero es esa elección que le permite al filme alcanzar una zumbona emoción, una saudade que se comparte con una sonrisa, despreocupado de la propia muerte. La última escena del filme (el escape de Fellini de su propio funeral, huyendo por los recovecos de Cinecitá) es una metáfora de lo que significó el arte para Fellini. Como tantos artistas, el gran mentiroso necesitaba fabular para huir de la realidad; construir otro mundo que aligere las carencias del actual.
Con parte actuadas, inserción de documental, un relator que habla a cámara, un racconto final con escenas memorables del director, Scola se vale de muchos recursos para contar lo que fue esa amistad con Fellini. Los mejores momentos son esos paseos en auto por la noche italiana, tratando de distraer el insomnio de Fellini, con los personajes más pintorescos que podía encontrar en la calle. El segmento de la prostituta veterana y el artista callejero son ejemplos. Pero los mejores momentos pertenecen al segmento de las charlas con Mastroianni, Scola y Fellini. Allí la película alcanza otro relieve y encuentra esa calidez propia.
En toda la película, Scola juega con el atrás de cámara. Nos cuenta la escena como si fuera real, pero en algún momento vemos el escenario que hay detrás, o una cámara, o un telón. Golpes de cámara para mostrarnos que todo es una representación, que todo no deja de ser una gran mentira. Admirable y amada mentira. Pero mentira al fin. El cine detrás del cine. Ésa elección no es caprichosa sino que refuerza la idea del universo que eligió Fellini como refugio de esa realidad. Un chico jugando con sus juguetes en el arenero.
Una frase admirable es la explicación de Fellini de porqué hacía cine. “Recibo un adelanto. Eventualmente me resisto a devolverlo. Y estoy obligado a hacer una película para quedarme con el dinero”. Y el remate con esa idea de que “no creo que la libertad absoluta sea bueno para el artista” porque estará inactivo esperando ese momento en el que llegue la inspiración y, con libertad absoluta, capaz que ese momento no llega nunca. La otra idea interesante para anotar en el discurso de Fellini es que “el artista es siempre transgresor, infantilmente transgresor. Necesita de un padre, un policía, un gobierno para serlo”.
“Que extraño llamarse Federico” es más que un homenaje, una despedida, en la que estamos invitados a participar. Si son amantes del cine, estoy seguro que participarán de la convocatoria.