El ex transgénero Walt Heyer ha utilizado su historia de la transformación de predicar el Evangelio y ayudar a otros a arrepentirse de cambio de género. Una de ellas es Blair Logsdon, que hizo cirugías tan drásticas que llegó a ganar el título de individuo que más hizo cirugías de cambio de género en el Guinness World Records.
Logsdon pasó por 167 cirugías entre los años 1987 y 2005, en su búsqueda para resolver la disforia de género. Su primera cirugía se produjo a los 26 años de edad, cuando tenía el objetivo de cambiar su apariencia y sexo masculino para trans-femenino. Pero dentro de unos meses, se arrepintió de su cambio.
“En los cinco años siguientes, luchó contra sí mismo en su vida como mujer, antes de sufrir un cambio quirúrgico genital para restaurar su cuerpo masculino original”, cuenta Heyer. “Pero la paz con su género lo engañó”;
Con la disforia de género todavía presente y sintiéndose vacío, Logsdon sufrió otro cambio y volvió a identificarse como trans-femenino. Los médicos despreciaron el bienestar emocional, psicológico y sexual de Logsdon, y continuaron realizando los nuevos pedidos quirúrgicos.
“En 2005, siete cirujanos cosméticos habían realizado 167 cirugías de afirmación de género en su cuerpo, llenando sus cuentas bancarias con más de 220 mil dólares y dejándolo, en sus palabras, desfigurado”, relata Heye.
De acuerdo con Heye, Logsdon se arrepintió de haber hecho las 167 cirugías y no se volvió más a los cirujanos para descubrir su “verdadero yo”, pero encontró su verdadera esencia al seguir a Jesucristo.
“No culpo a Logsdon en su caso”, opina Heye. “En algún momento, estos cirujanos deberían haber rechazado las solicitudes de nuevas cirugías y proteger a Logsdon de perjudicar aún más. En vez de eso, ellos eligieron aprovechar su psique emocional, psicológico o sexualmente debilitado e inestable.
Por otro lado, Heye cree que dejar de decir la verdad a las personas transgéneros también puede perjudicarlas. “Como sociedad, nosotros también fallamos con los transgéneros, impidiendo la verdad de llegar a ellos con la creencia de que decir la verdad es ofensivo. Seguir las evidencias no es discurso de odio, es el cimiento de la investigación científica “, dijo.