Ayer sábado fue el clímax -por ahora- del acelerado desmiembre político y social del madurismo. Casi cuarenta días después de la reasunción ilegítima de Maduro y un mes cabal de la designación por la Asamblea Nacional -último poder legítimo- de Guaidó como Presidente Encargado, la apuesta del presidente Guaidó, junto con la mayoría de la comunidad internacional, para entrar ayuda humanitaria en Venezuela tuvo fecha.
Las mentiras acabaron: que no había crisis de medicinas y alimentos ¿y para qué "mandó" Rusia 300 toneladas (que fueron 7 no más)? -, que la ayuda estaba contaminada, que encubría una intervención militar... Todas fueron cayendo rápidamente, como cayendo está el régimen.
El factor de desbalance está en las FANB: su posición final deserciones incluidas- será decisoria en la crisis. También Cuba; l viernes pasado, Rocío San Miguel directora ejecutiva de la ONG Control Ciudadano afirmaba para El País ("El goteo de las deserciones militares está erosionando la roca"): "Maduro no puede caer antes de referendo constitucional cubano [...], el efecto de lo que sucede en Venezuela es demasiado poderoso".
Pudieron quemar algunos camiones, obstruir la entrada de otros, gasificar, perdigonear y asesinar a indefensos, pero Maduro debería recordar a Talleyrand-Périgord: "Todo podemos hacer con bayonetas excepto sentarnos en ellas."