La tristeza, la apatía, la desgana, la irritabilidad...hacen a veces mella después de un periodo de descanso ¿Pero cuál es su origen? ¿A todos afecta por igual? La concepción actual del trabajo hace que se sobrevaloren las vacaciones, más que un periodo en el que desconectar y tener lugar para hacer otras actividades, puesto que nuestro psiquismo está en continua actividad, se piensa más como una panacea donde el no hacer nada está en el camino de la felicidad : “¿Quien pudiera tener unas eternas vacaciones?” “Trabajar, es de idiotas.” “Me gustaría estar tumbado y no hacer nada durante todo el día”. Es por medio del trabajo que transformamos la naturaleza, además de ser la mayor fuente de autoestima, por lo tanto, es necesario para constituirnos como personas. Coexisten así esta idea del trabajo junto con problemas no resueltos en el entorno laboral, que nos producen este temido “enfrentamiento” y toda la sintomatología. Ante todo, tener en cuenta que para transformar la realidad, hay que reconocerla. Si acontece en otros aspectos de la vida, cada vez que hay un comienzo y un final, esa renuncia, nos remite a conflictos conscientes o inconscientes no resueltos de nuestro periodo vital. Pensar que para que lo nuevo acontezca, ha de haber una puntuación, un final, en lo anterior.
Laura López, psicóloga-psicoanalista
Revista Psicología
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