Norelys Morales Aguilera. - Sería legítimo y deseable que el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, se ocupara de la situación ante la pandemia de la COVID 19 entre los países miembros de la organización, pero no es el caso.
Ecuador, Perú, Chile o Brasil son algunos ejemplos de países con situaciones dramáticas y el señor Almagro guarda silencio. El ente regional ha sido incapaz de articular acciones de socorro para los más necesitados.
Mientras, Almagro no puede sustraerse de poner su atención en Cuba siguiendo los dictados de Washington para atacar la colaboración médica cubana. A la luz de sus matrices de opinión actúan Almagro y la OEA.
Así, Carrie Filipetti, secretaria de Estado adjunta de los Estados Unidos para Asuntos de Cuba y Venezuela, en un evento de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo, en diciembre de 2019, auspiciado por la Organización de los Estados Americanos dijo: “He llegado a conocer la misión médica cubana… como un mecanismo a través del cual el régimen cubano viola las normas internacionalmente definidas de derechos humanos y laborales de su propio pueblo, mientras que al mismo tiempo siembra la discordia política y social en todo el mundo”.
Lo anterior consta en un documento, "La verdad sobre las misiones médicas de Cuba", destinado a amedrentar y chantajear a las naciones que se atrevan a contar con Cuba, coincidentemente publicado por la revista militar del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.
Almagro, a pie juntillas de los dictados de quienes lo mueven, ultras miamenses y de Washington, en sus tramas acudió donde un presentador, Alexander Otaola Casal, que se dedica a la mentira y la manipulación, admitido por él mismo cuando se autopromueve como la Catedral del Chisme y que para la presentación del secretario general de la OEA abrió supuestamente “la Catedral de la Verdad”.
Vale destacar la actuación, en el farandulero show, del actual administrador de la USAID, John Barsa, un señor de origen cubano que apenas si sabe hablar español, y quien lo único que dejó en claro fue el apoyo financiero que esa organización le presta a la "información libre", que, como se sabe, además de los teloneros, la conforman los llamados periodistas independientes y los presuntos influencers que ahora le sirven de voceros a altos funcionarios de la administración Trump.
Almagro se atrevió a mencionar a José Martí en un programa donde se ha defendido a los que ultrajaron al Apóstol de la independencia de Cuba, manchando un busto con sangre de cerdo.
Almagro fue a donde atacan la salud pública cubana con mentiras y se hizo parte del ataque a la solidaridad de Cuba, que gana prestigio en decena de países que la demandan.
Combatir al gobierno de Cuba mediante fake news, la histeria y la magnificación exagerada de posturas fueron comulgadas por Almagro, un circo especial para dar publicidad a los que financian al Otaola: la USAID, la OEA y la FNCA.
¿Y, que consiguió?
Revolcarse en el estercolero, después del cual su poca credibilidad no alcanzó saltar a los medios serios, aunque sean de derecha, y mucho menos, que era la pretensión, logró alcanzar alguna audiencia digna de mención entre los cubanos de la Isla, ni siquiera se puede contar a la exigua contrarrevolución.
Almagro revuelto en el estercolero es una imagen deplorable que lo acompañará.