Las Ferias del Libro en nuestra provincia, además del encuentro con tus lectores, te permiten conocer a otros autores y enriquecerse también con sus trabajos. La última Feria de Guardo, donde exponen cada año seis u ocho autores, me ha traído la amistad de Julián González Prieto, palentino que dedicó su vida a la enseñanza en León y que en los últimos años nos ha sorprendido con historias como "El tren burra", el "Vexu Kamín" o San Isidoro, esta última presentada a primeros de octubre en el marco de La Real Colegiata de aquella ciudad.
Pero fue unos años atrás cuando, merced a este evento, conocí a Ramiro Tarilonte, y su trabajo sobre La Olmeda, que me empujó sin duda a conocerla y sorprenderme tanto, preguntándome una y otra vez por aquellos cuatro mil metros de maravillosos mosaicos tapados durante siglos. La magia de su descubrimiento encontró la generosa mano de Javier Cortés, que lo rescató, no sin arduos esfuerzos; lo promocionó por la península y fuera de ella y defendió su enclave hasta su muerte. Finalmente, en un acto de generosidad y de cordura poco frecuente en nuestro tiempo, lo donó en 1980 a la Diputación de Palencia. En todas partes, incluso en medio de las pandemias y las guerras, aparecen de vez en cuando restos de otras épocas de los que no se sabía casi nada. Ocurre en todo el mundo. En los últimos años en Samico, la región griega de Élide, se descubrieron los restos de un templo que los arqueólogos identifican como el templo de Poseidón descrito por Estrabón en el libro octavo de su Geografía. Cuando viajé a Zaragoza la primavera pasada me impresionó el teatro romano descubierto hace unos años, cuando una institución pretendía levantar allí unos edificios. Y ahora es noticia en todo el mundo las termas romanas descubiertas en Huerta Varona, que adelantan un milenio los orígenes de Aguilar de Campoo.
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