Del 14 al 17 de noviembre de 2013 se celebrará en Medellín, Colombia, el III Campeonato Latinoamericano de Kendo. De aquí a entonces esperamos dedicar un viernes a cada uno de los países participantes.
Compartimos hoy un vídeo que nos envía Carlos Sanz Ramírez, kendoka madrileño expatriado en Sao Paulo, que entrena ahora en el dojo MIE. Corresponde a la final masculina del 43º Campeonato Fukuhaku. Su senpai Thomas Takayama (17 años, nidan) lleva la cinta blanca y Darío Lucas Costa (dojo Saga) hace nito ryu llevando el rojo. Se trata de una grabación muy modesta, pero muy reciente y recogida de primera mano:
Son 43 años los que lleva celebrándose el Fukuhaku. Hay que remontarse a 1908 para datar los preliminares del kendo en Brasil. En aquellos primeros años del siglo XX Japón era un país de emigrantes, como lo era España. Brasil, por su parte, era una potente economía en expansión: los trabajadores japoneses, al establecerse, dieron lugar a una de las comunidades nikkei más numerosas y activas del mundo. Una década después se practicaba ya kendo y judo, en paralelo a la evolución de ambas artes marciales en Japón mismo, y la primera Federación brasileña, todavía conjunta, fue fundada en 1933. La suerte de Japón en la Segunda Guerra Mundial afectó también a los brasileños de origen nipón, que también vieron prohibidas sus actividades culturales.
Hoy, Brasil es el país latinoamericano con mayor número de dojos de kendo, iaido y naginata, así como varios koryu de kenjutsu. Además de su potencia técnica, demostrada en más de 30 trofeos mundiales (el primero en 1977), y del número de maestros y altos grados, Brasil ha aportado al kendo estudios antropológicos, didácticos y tesis doctorales, algunas de las cuales pueden descargarse gratuitamente en la web de la CBK. También son brasileños los hermanos Roberto y Jorge Kishikawa, fundador éste último del controvertido Instituto Niten, del que hemos hablado aquí en alguna ocasión.
Esto es lo que nos contó Carlos de sus primeros seis meses como de kendo brasileño:
Raro, muy raro. No es un shock cultural como vivir con anglosajones o en oriente, pero la cultura brasileira es tan parecida a la nuestra y a la vez diferente que es difícil coger los matices. Una cosa que me resulta curiosa son los nikkei, los nipobrasileiros: su origen es claro por su aspecto físico, su idioma materno y hasta sus maneras… pero a la vez el lenguaje corporal y las expresiones faciales son brasileñas de todas todas.
El Fukuhaku es un campeonato en Sao Paulo. Catorce clubes, 150 kenshis, cuatro shiajos constantemente en competición… ¡y me dicen que lo normal es que haya el doble de gente! Además, cada club monta para su gente una gran mesa con comida y bebida que cada uno trae de casa para comer todos juntos, charlar, comentar la competición.También hay tiempo para ponerse serios: están el presidente de la Federacion Brasileña, el de la Paulista, el entrenador del equipo nacional… Todos dan sus discursos, se canta el himno de Brasil y el de Japón y antes de empezar todos juramos. Puedes ver compitiendo a niños y niñas de ocho, diez, doce años, a adultos de cincuenta y tantos con niños de diecisiete, principiantes, cuartos danes… Y al terminar, después de la entrega de trofeos y más discursos, gritamos todos juntos: ¡BANZAI, BANZAI, BANZAI!