Revista Comunicación
Robusta, oscura y desencantada, Destroyer es la típica historia de un detective/policía/agente de la Ley, moralmente gris, de vida personal desastrosa, con afición a la bebida, que se enfrenta a un último caso que podría acabar redimiéndole. O directamente acabar con él. Esto, ya lo hemos visto, claro. Pero si cambiamos "él" por "ella", la cosa gana muchísimos enteros. Que el clásico 'tipo duro' sea aquí una mujer no es una mera cuestión estética. Esta decisión aporta una sensibilidad muy diferente, un rango de emociones distinto -la relación madre e hija, por ejemplo- y eso que Erin Bell no es precisamente ‘femenina’ en el sentido tradicional -¿machista?- del término. Hay escenas en esta película que solo son posibles si la protagonista es una mujer: el interrogatorio/tortura para sacar información -a Toby (James Jordan)- se convierte en una cosa muy diferente. No vamos a descubrir ahora que Nicole Kidman -estuvo nominada a un Globo de Oro por este papel- es una actriz más que competente, pero aquí, un maquillaje aparatoso -distrae un poco- le permite convertirse en otra persona, desaparecer como estrella de Hollywood y entregarse completamente al descenso a los infiernos de esa mujer a la que ya no le importa absolutamente nada. El cambio físico se justifica en una trama sobre la venganza, que transcurre en dos líneas narrativas alejadas 15 años en el tiempo -pasado y presente- que se mezclan continuamente, formando un puzle que sorprende cuando encajamos por fin su última y desesperanzada pieza. Karyn Kusama -The Invitation (2015)- firma su película más seria y potente, con un estupendo manejo de la tensión, de la acción -la secuencia del atraco es vibrante- y de las emociones de sus personajes. Es curioso cómo los roles se invierten en esta película: Sebastian Stan hace el papel de interés romántico, ese que suele representar la inocencia y que suele interpretar una chica (guapa); el rol de madre abandonada por el policía, que se queda en el hogar, es aquí Scoot McNairy; el chaval rebelde se convierte en hija, Shelby (Jade Pettyjohn) con todo lo que eso conlleva. Eso sí, la mujer fatal -Petra (Tatiana Maslany)- sigue siendo, una mujer.