(En voz alta). El destrozo de la calzada romana en Castrocalbón, pueblo de León que seguro que se llama así por algo, seguramente no será el peor atentado contra la arqueología cometido en tiempos recientes en los campos ibéricos. Pero llama mucho la atención que se haya podido llevar a cabo de forma tan estúpida, quizás no sólo por ignorancia a secas (la crónica habla de “analfabetismo”) sino por la alianza de esa rémora con la desidia. ¿Nadie se percató de lo que se estaba haciendo? ¿A ninguna estancia provincial o autonómica llegó ninguna alerta? No parece que sea esta una obra que se pueda ventilar de un día para otro, ni es creíble, en un país infestado de grupos de guasap, incluso en ámbitos rurales, que ninguna noticia del desastre llegara a ningún centro neuronal capaz de ser consciente de lo que se estaba perpetrando. Me temo que, un siglo después de la queja y el diagnóstico machadianos, el desprecio de la ignorancia y la indolencia siguen vigentes entre nosotros. (Recorte de El País, 31-3-23).