En los círculos del poder circula una consigna: “¡Destruid a Aguirre!”. Que caiga Esperanza Aguirre, la exitosa y popularísima presidenta de la Comunidad madrileña.
Lo quiere el PSOE, naturalmente, porque ha construido doce grandes hospitales, ochenta centros de salud, decenas de kilómetros de metro, creado centenares de colegios bilingües, y porque ha potenciado Madrid como gran espacio cosmopolita.
Pero quien maniobra para destruirla desde hace mucho tiempo es el PP, porque actúa como liberal, al extremo de reclamar ya que las Comunidades Autónomas pierdan poder, cuando de ellas viven ahora miles de populares, sustitutos electorales de los socialistas.
En su entorno gritan “¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!”, revela Fernando J. Muniesa, consultor nacional e internacional en asuntos de inteligencia, en Elespiadigital.com
La caza de Aguirre, 60, se reactivó el verano pasado al tratar de hacer caer a su delfín, Ignacio González, 52, secretario general del PP madrileño y vicepresidente autonómico.
En el ataque, iniciado en El Mundo y seguido por Laestrelladigital.com, se trata de implicar a González como receptor de comisiones ilegales, acusación dudosa al extremo de que ni siquiera el PSOE ha podido presentar indicio alguno en su contra, aunque la policía de Rubalcaba inició una investigación ilegal contra él.
Se trataría, según Muniesa, de aprovechar los tres años que quedan de legislatura para forzar la dimisión de Aguirre, que aparentemente ha superado un reciente cáncer de mama, y sustituirla por la atractiva y excelente comunicadora Lucía Figar, 37, consejera de Educación madrileña, antes “aguirrista”, ahora “marianista”, que sería cabeza en las elecciones de 2015.
Pero con esta guerra civil el PP podría perder su holgada mayoría absoluta, y que la suma socialistas-IU lograra, finalmente, meter cabeza en la comunidad estrella de los éxitos populares, de los que la dicharachera, castiza, pero también mundana Aguirre es su motor.
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SALAS