Revista Cultura y Ocio

Destruyan a Anderson. Fernando Martínez Laínez

Publicado el 12 septiembre 2016 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
...la misma desconfianza en el proletariado, el mismo antagonismo malsano...
Destruyan a Anderson. Fernando Martínez LaínezUn pequeño grupo terrorista de ultraizquierda llega a España con el objetivo de llevar a cabo una acción de repercusión mundial. Para el logro de sus fines precisa del apoyo de un pequeño grupúsculo de activistas desilusionados con los partidos de la izquierda establecida.
El relato alterna las peripecias del grupo y los enfrentamientos con la policía española que intenta capturarlos, con el relato personal e íntimo de los integrantes de los dos grupos, sus orígenes, motivaciones y anhelos, y de paso se hace una profunda revisión de los ideales que alentaban estos grupos.
Estamos en los meses posteriores a la muerte del dictador Franco, y la incertidumbre ante la nueva situación permite el despliegue de múltiples esperanzas, enfrentadas a la corriente social, política y de costumbres imperante, y que se resistirá ante las propuestas radicales.
Así por ejemplo la izquierda establecida considera a estos activistas: 
...las ideas y las exhortaciones de los terroristas de ultraizquierda siguen siendo las mismas. La misma desconfianza en el proletariado, el mismo antagonismo malsano respecto al marxismo, el mismo insolente aventurerismo político, condenado al fracaso, y la misma utilización desvergonzada de los jóvenes imberbes... Los terroristas solo conducen a engordar y reforzar el aparato policial y el mismo orden que desean romper...

reflexiones sobre el mundo revolucionario
Como señalábamos anteriormente uno de los pilares de esta narración es el relato de las historias de los integrantes de la célula terrorista, tanto de los extranjeros, como de los españoles, señalando sus muy diversos orígenes sociales, y sus muy diversas experiencias personales, que les llevan a involucrarse en acciones terroristas en las que habrá víctimas inocentes y no tan inocentes. En el retrato que se hace de las fuerzas policiales, claramente hijas del régimen dictatorial, resalta la figura del comisario Martín, jefe del grupo que se hace cargo de su búsqueda y desaparición, prototipo del policía de la época franquista, pero que parece no responder a los tics sanguinarios e ilegalistas de buena parte de los miembros de la policía de la época. Pero no ha de sorprendernos el diagnóstico pesimista que se da del devenir de los activistas, y de uno de ellos, uno de sus compañeros afirma:
—Debió de cansarse y perder la esperanza. Cuando eso le ocurre a un revolucionario se convierte en la más vulnerable de las personas. La mitad de aquella generación de las barricadas hoy son drogadictos, vagos o golfos. Y el resto, en su mayoría, se ha dedicado a ganar dinero. Algunos hasta se han hecho filósofos

Pero donde el relato se hace especialmente duro, es en la expresión de las motivaciones personales que llevan a los activistas a convertirse en terroristas, y de las mismas se llega a decir:
...se hace la revolución también para liberar de pesadillas la mente. La acción y el peligro son en ocasiones el mejor antídoto, la máscara que nos protege de los neurogases de la memoria pero la acción incluye lo que hay dentro de nosotros, algo inarmónico, sin estructura racional ni necesidad lógica, desastrosamente incoherente, con lo que nadie se siente feliz ni realizado
En este intercambio entre una novela de acción, una profunda galería de personajes, y una serie de lúcidas y a veces amargas reflexiones sobre el mundo revolucionario, se va desarrollando esta narración, que engancha por todo aquello que va tratando, y que resulta un poderoso documental de una época y unas gentes, que aunque ya algo lejanas en el tiempo, nos retrotraen a problemas, y expectativas sociales y personales de la más rabiosa actualidad. Por lo que debemos felicitar a la editorial por haber traído del olvido este libro tan interesante.
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José María Sánchez Pardo
Destruyan a Anderson. Fernando Martínez Laínez

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