Las fiestas navideñas llegan a su fin. Pero nuestros queridos familiares, inundados de ese espíritu dadivoso, caritativo, desinteresado y generoso que caracteriza estas fechas, nos han dejado los bolsillos (más o menos) llenos de esos pequeños pedazos de papel rectangulares con dispares dibujitos y colores que tanto dolor de cabeza nos generan cuando no disponemos de ellos.
El espíritu consumista del que intentábamos huir nos alcanza a la mayoría, y no podemos evitar la disyuntiva de en qué invertir nuestro siempre escaso tesoro. Y es que en el fondo somos como ese perro que corre detrás de los coches. Cuando alcanza alguno no sabe qué hacer con él.
Os hablo desde el punto de vista “gamer” del asunto, y supongo que a muchos de vosotros, amantes de los videojuegos, os pasará lo mismo. Yo en cuanto llego a los 60 euros de efectivo no puedo evitar acercarme al game (o gamestop o lo que sea) más cercano y cotillear por las estanterías en busca de alguna nueva aventura que vivir en el salón de mi casa.
El problema es que estas navidades han sido escasas (por no decir nulas) en nuevos lanzamientos. Parece que las compañías se han puesto de acuerdo en retrasar todos los estrenos para que los pobres consumidores agotemos el “stock” de las tiendas antes de que sus estanterías se vistan con las ansiadas novedades.
Por mi naturaleza impaciente, en cualquier otro momento no habría dudado en comprar cualquier juego que prometa algo de acción durante unas cuantas horas. Me ha costado mucho esfuerzo no hacerme con los interesantes Batman Arkham City, Rage o Ultimate Marvel vs Capcom 3 (sobre todo con este último). Pero estamos en el 2012, y si hacemos caso a los rumores de nuevas generaciones, parece que vamos a entrar en la traca final de la presente. Y menuda traca señores. Larga e intensa como no se ha visto antes.
Todo comenzará un día 3 de febrero cualquiera con el lanzamiento de mi ansiado y desmembrado Neverdead, que no dudaría en adquirir de no ser porque ese día, Final Fantasy XIII-2 verá la luz, y promete ser todo lo que debería haber sido el XIII. Ya empiezan las dudas. Y si miro el calendario aún me entran más, y es que tan sólo una semana después llega otro de mis esperados amores, Catherine (que bien podría haber llegado hace meses). Pero no sólo eso, si no que llega acompañado del anti-gravitatorio Inversion, el épico Reckoning y el sangriento The Darkness II. Los quiero todos.
Y tras otra semana, Binary Domain llegará a las tiendas. Y no hay que esperar más que otros 7 días (de siete en siete y mi dinero al garete) para que un tal 24 de febrero nos asalten Asura’s Wrath, Syndicate y (redoble) Soul Calibur V. Me tiemblan las manos.
Pero claro, entramos en marzo, y decir marzo es decir Max Payne 3. Un día 16, si no me equivoco. Y antes de llegar a este esperado día hay que pasar por otros. Como por ejemplo el 6, en el que Ghost Recoon: Future Soldier nos asaltará silenciosamente, seguramente eclipsado por el lanzamiento, tres días después, de Mass Effect 3 y Street Fighter x Tekken. Me es imposible articular palabra.
Si llegamos vivos al día 23 de marzo, los muertos nos invadirán con Resident Evil: Operation Racoon City, y la sangre brotará con Ninja Gaiden 3. Me estoy mareando. Una semana después, un regalo para todos los ninjas de Konoha: el que será sin duda el mejor juego basado en el anime, Naruto Shippuden: Ultimate Ninja Storm Generations. Y no viene solo, porque también llegará Silent Hill Downpour.
Y la cosa parece no terminar.
En abril, Devil May Cry HD Collection, Risen 2 y Prototype 2. En mayo, Dragon’s Dogma y Dirt Showdown iujyhtuhijuijjjjjjjjjjjjjjj Perdón, que me he desmayado encima del teclado. Uf, demasiadas emociones. Y lo que queda. A lo largo del año, en el momento menos esperado, nos las veremos con Raiden y su Metal Gear Rising: Revengeance, con Luffy y los Mugiwara en One Piece Pirate Musou, con un urbano post-apocalipsis en I Am ALive y The Last of Us, con un futuro lleno de láseres, neones y caza-recompensas en Prey 2, y con la fantasía épica de Jon Nieve y sus hermanos juramentados en el Muro o las conspiraciones de Cersei Lannister en Desembarco del Rey en el juego RPG de Game of Thrones.
Estoy sudando, me falta la respiración, me lloran los ojos y me duelen los bolsillos.
Yo era feliz con mis escasos billetitos navideños pensando en que pronto se convertirían en uno o dos blu-ray que regalar a mi querida ps3. Pero ante la perspectiva de tan difícil elección, creo que voy a invertir en bolsa. Compraré acciones de alguna gran compañía de videojuegos, que visto lo visto, este año van a subir como la espuma.
Menos mal que tengo el interminable Skyrim para pasar el mal trago. Y menos mal que estamos en crisis y las estrenas no han sido abundantes, porque tenga lo que tenga, este año desaparece todo.