Hoy era el día en el que Bonito y Campeón salían de los fríos mundos de la clínica en la que están alojados.
He pasado muchos nervios durante todo el fin de semana, deseando recibir esa llamada desde el laboratorio que me dijera que la descongelación había ido bien.
La llamada la he recibido esta mañana, pero las buenas noticias se han quedado por el camino.
Resulta que aquel 95% de éxito en la descongelación de embriones del que me habló la doctora, no iba con Bonito. Y supongo que podréis entender porqué me siento desgraciada, y es que tengo la sensación de que si algo me puede salir mal, va a salirme mal.
Calma. Ya lo veo desde otra perspectiva, pero sin perder de vista la realidad.
Bonito era un embrión de calidad B con 7 células. La descongelación le ha dejado con nada más y nada menos que 3 células.
¿Qué significa esto?
Que hay pocas probabilidades de que siga desarrollándose. Y si mañana no tiene al menos el doble de células, no lo transferirán.
Me han sugerido desde el laboratorio la posibilidad de descongelar también a mi otro embrión de calidad B, pero nos arriesgábamos a que Bonito sí que consiguiera salir adelante, que nos encontráramos con 3 embriones y que la vuelta al congelador del 3º pusiera en peligro su supervivencia.
Hemos decidido que no queríamos descongelar al otro, y que seguiríamos adelante con Bonito y Campeón.
La buena noticia es que, Campeón, un embrión de calidad C con 10 células, seguía intacto.
Pobre. Yo menosprenciándolo por ser un calidad C y resulta que es el que más aguanta.
Me he puesto triste, lógicamente. No puedo restarle importancia a la pérdida de un embrión que tanto me ha costado conseguir, y aunque hasta mañana no sepa definitivamente que pasará con Bonito, en mi mente sigue desarrollándose y transformándose en un bonito embrión de 6 o 7 células. Mi rezagado…
Sé que tengo que ser fuerte, y que estar mal no me va ayudar, pero a veces me da por pensar que en una vida anterior debí de ser una hija de puta considerable, y que en esta vida el universo me la está devolviendo, pero bien. Porque no es sólo la infertilidad, son otras muchas cosas que no tienen cabida en este blog.
Nunca lo he tenido fácil, y estoy acostumbrada a luchar desde hace mucho, mucho tiempo. La experiencia es un grado, y estoy dispuesta a seguir luchando por ser mamá.
Porque lo conseguiré. No os quepa duda de que lo conseguiré.
Mañana a las 9:30h es mi transferencia embrionaria. Cuando llegue allí sabré que ha sido de mis embriones y cuando acabe todo, volveré a casa a dormir la mona del Valium. En cuanto recupere la consciencia, os cuento como ha ido todo. Prometido.
Quedaos tranquilos, estoy bien. Nerviosa, triste, feliz a ratos… en mi montaña rusa particular llamada INFERTILIDAD. Al final una se acaba acostumbrando a todo.