Revista España
Córdoba… tus calles me fueron mostradas de forma magnífica, sin contaminación de palabras por esa persona que no está, pero a la que siempre encuentro en ellas.
Siempre me ha parecido que mi ciudad tiene calles de invierno y de verano, aunque cuando llega la “caló” el paseo por ellas se rige por el horario. Particularmente me gusta pasearlas muy temprano, cuando la ciudad está recién despierta y se asemejan –como dice la canción- a una hermosa mujer sin flores y trampas. Pero la noche las llena de embrujo y misterio, los sentidos del paseante quedan atrapados por la sensualidad, por la evocación de tiempos pasados
Al niño que fui, le enseñaron a ver lo invisible de las cosas, la imperiosa necesidad de descubrir que hay más allá del bosque, la curiosidad, el que un pequeño detalle algunas veces es más interesante que el todo. Pero te haces mayor y te dejas dominar por tu cerebro que por naturaleza es vago y siempre busca el atajo. El visor de la cámara a veces hace regresar al niño
Es sabido que en Córdoba hay calles en la que uno siente la poesía, lo que no me esperaba era verla escrita en sus paredes
Y como no, también alguna que otra reivindicación, esta de rabiosa actualidad En la calle Ambrosio de Morales –que es más que el nombre de una calle- tiene su sede la Real Academia de Córdoba, posee un fondo bibliográfico de 30.000 volúmenes y un fondo antiguo de 600 que va del siglo XVI al XVIII, destaca un conjunto de códices manuscritos árabes. La fotografía aunque envejecida a propósito, no difiere mucho del lamentable estado en el que se encuentra su principal entrada Algún día tu y yo. Tenemos que volver a conversar sobre la iluminación que proyectaste sobre la “asilvestrada” Europa. Si, ya sé que no te agradan ciertos temas, que lo tuyo es no darte importancia, es esto lo único que no me gusta de ti. Pero déjame decirte por último, que Europa tiene una deuda contigo, alguna vez, y pocas como tú se lo merecen tanto, has de ser Capital Europea de la Cultura.