La FDA, agencia de medicamentos de Estados Unidos, está investigando el riesgo de accidente cerebrovascular, ataque cardiaco y muerte en los hombres que tomaban productos con testosterona. Han aparecido nuevas evidencias de dichos daños y fallecimientos en dos estudios recientes.
La autoridad sanitaria estadounidense por excelencia explica:
Hemos realizado un seguimiento de este riesgo y decidimos volver a evaluar esta cuestión de seguridad sobre la base de la reciente publicación de dos estudios separados, cada uno de los cuales sugirió un aumento del riesgo de eventos cardiovasculares entre los grupos de hombres a quienes se había prescrito la terapia de testosterona.
La FDA está proporcionando esta alerta mientras se sigue evaluando la información de estos estudios y se aguarda la disponibilidad de otros datos. FDA comunicará las conclusiones y recomendaciones finales, cuando la evaluación se haya completado”.
La testosterona es una hormona esencial para el desarrollo del crecimiento masculino. Los productos que contienen testosterona están aprobados por la FDA para utilizarse solamente en hombres que carecen de o tienen bajos niveles de testosterona asociados a un trastorno médico.
Atención porque la balanza beneficio riesgo parece muy desfavorable ya que los daños son importantes. Uno de esos dos estudios sugirió un aumento del riesgo de accidente cerebrovascular, ataque al corazón y la muerte del 30 por ciento en el grupo que se había prescrito la terapia de testosterona.
Quizá esto sea en parte la consecuencia de la invención de una “no enfermedad”: Síndrome por Déficit de Testosterona. Este síndrome es más bien una amalgama de síntomas inespecíficos propios del proceso fisiológico del envejecimiento. Sin embargo, ha sido objeto de una intensa actividad promocional que ha presentado el problema como de alta prevalencia y de elevado impacto en la salud pública.
Dicha estrategia ha ido acompañada de la irrupción en el mercado farmacéutico de preparados de testosterona de fácil administración y ha generado importantes ventas a las empresas que los han comercializado.
El New York Times abunda en este problema de sobrediagnóstico y sobremedicación:
En los últimos años, la testosterona ha sido fuertemente promovida como una panacea para la falta de energía, disminución de la líbido, la depresión y otros males entre los hombres de mediana edad (…) Aunque el fármaco está indicado para los hombres con niveles de testosterona anormalmente bajos, una condición llamada hipogonadismo, los médicos han estado recetando a muchos hombres con niveles normales”.
Estamos ante otro claro ejemplo de medicalización de la vida. Primero se inventa una enfermedad que ni siquiera es tal. Luego se vende un remedio “bueno para todo” que esconde graves daños y muertes. El futuro cercano podemos intuirlo: en el mejor de los casos se retirarán estos medicamentos; los afectados lidiarán como puedan con los daños recibidos (si continúan vivos); y los comercializadores y colaboradores necesarios habrán satisfecho un negocio. ¿Responsabilidades? Habrá que buscarlas.