John Muyiisha, un granjero de Kalangala, nos cuenta su experiencia. Un día se levantó por la mañana y se encontró con la visión de varias excavadoras devastando sus cultivos. Su familia y él llevaban 34 años viviendo en esa tierra.
El acaparamiento de tierras por parte de multinacionales, en este caso de Wilmar Internacional y BIDICO, cuyos proyectos han sido financiados por el Banco Mundial, dejan a las comunidades locales sin el derecho a su tierra. La plantación de monocultivos de aceite de palma, les obliga a abandonar su forma de vida, y una de sus pocas vías de sustento a la hora de conseguir alimentos y abastecerse de agua.