Revista Religión
ACTO DE CONTRICCIÓN
Jesús mío dulcísimo, Pastor amoroso de las Almas, que en aras de tu eterna caridad al hombre, descarriado de su legítimo y primitivo aprisco, viniste para servirle de introductor en el huerto cerrado de tus más gustosos y saludables pastos, y entonces gozoso volviste al seno de tu Padre, cuando aseguradas tus ovejas, dejaste amarrado al pie de tu divino cayado al lobo voraz empeñado en su ruina. Te ruego Redentor amoroso, que movido a lástima por las heridas que en mi alma ha causado la culpa, me perdones mis voluntarios extravíos, y perdonándome me busques, y encontrándome me coloques sobre tus hombros, y no me dejes hasta que vuelva a comer de una vez para siempre los celestiales manjares con que Tú regalas a tus más queridas y constantes ovejas; que yo te prometo, asistido de tu divina y poderosa gracia, llorar mi vida pasada; y desde ahora, postrado, digo con todas las veras de mi corazón: que me pesa en el alma de haberte ofendido. Misericordia, Jesús mío: perdón, gracia y después la Gloria.
Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Jesús mío dulcísimo, Divino Pastor de las almas, que queriendo que la redención fuese copiosísima, y que sobreabundase la gracia donde abundó el delito, no sólo te constituiste Pastor celosísimo de todo el humano linaje dando tu vida por tus innumerables ovejas sino que en contraposición a Eva que les dio a comer un pasto de muerte, engalanaste a tu dignísima Madre y augusta compañera en la obra de tu infinito amor con aquel cúmulo de perfección y eminentes virtudes que la hiciesen capaz de alimentar a todos con frutos de vida eterna. Concédenos ¡oh, caritativo Pastor de los Pastores! que así como Ella brilló con las inequívocas señales de verdadera y solícita Pastora, así nosotros brillemos con las señales y caracteres de ovejas dóciles y sumisas, para que patrocinadas por Ella siempre y en todas ocasiones y circunstancia, seamos introducidos en la amena y encantadora pradera donde hay árboles que dan doce frutos al año y allí por toda la eternidad cantemos tus alabanzas y las suyas con los ángeles.
Amén.
DIA SEGUNDO: POR LOS ENFERMOS
PASTORA, LA MÁS DIGNA ENTRE LAS OBRAS DE DIOS
Pastora María, que enriquecida por Dios con las exquisitas gracias, lejos de envanecerte, heriste el corazón de tu Amado con el cabello de tu cuello, o sea, con el humilde concepto que formaste siempre de Tí misma, reconociendo que la humildad es el sólido fundamento de toda santidad. Te ruego, ¡oh riquísima Pastora! que con esa misma luz que tenías para conocer la infinita bondad y grandeza de Dios, y tu propia pequeñez ensalzada por su Gracia, nos alumbres en nuestras tinieblas, y entrando por la humildad a formar parte del rebaño escogido, subamos a la cumbre de la perfección cristiana para que después de imitarle en la tierra, nos regocijemos contigo en la Gloria.
Amén.
(Después de concluida la oración del día, se rezarán tres avemarías y gloria, pidiendo a la Divina Pastora su intercesión y protección frente a esta grave pandemia)
V. Pastora María, ruega por nosotros pecadores.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
DEPRECACIÓN
Dios y Señor mío, Pastor vigilantísimo de las almas, que llenando por Ti mismo todas las penosas obligaciones que te imponía tu tierno pero espinoso cargo viniste en tu misericordia a instruirnos en los medios más oportunos para ingresar en tu supremo redil; y que, no satisfecho tu intenso amor con haber dado tu vida por todas tus ovejas, nos legaste en tu divino testamento como Madre y solícita Pastora a la Santísima Virgen María, para que incesantemente velase por nosotros y fuese el canal seguro por donde nos viniesen tus gracias. Por su intercesión poderosa te rogamos, dueño de nuestras almas, que una vez llamados por Ti, y por Ti introducidos en el vergel ameno de tu Iglesia, sigamos los
pasos de nuestra celestial Pastora, para que a su imitación tengamos una fe viva, una humildad heroica, una obediencia ciega, una misericordia desinteresada, amemos la oración, seamos en el cuerpo y en el alma tan puros como los ángeles, estando dispuestos a derramar toda nuestra sangre en testimonio de
nuestras católicas creencias, y en obsequio de la salud y felicidad espiritual de nuestros hermanos: y viviendo todos los días en tu gracia, oh hermosísimo Pastor de los pastores, merezcamos morir asistidos de nuestra amada Pastora María, para que con los ángeles y santos podamos cantar tus bondades y sus misericordias en la Gloria, por los siglos de los siglos.
Amén.
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO ANTE EL CORONAVIRUS
«Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita».