Dexter Morgan trabaja como forense en el departamento de policía de Miami. Su especialidad es la sangre, tanto el análisis y comparación como el estudio de las salpicaduras en posibles homicidios, determinado ángulos de impacto, tipo de arma, entre otros.
Es un tipo ordenado y meticuloso, tiene una vida normal: es un buen hermano con su hermana adoptiva, un buen compañero de trabajo, tiene una novia con dos niños pequeños, nada extraño en su vida, podríamos decir que es un tio más bien vulgar y aburrido.
Sin embargo, tiene una doble vida…
Es una persona incapaz de tener sentimientos, que toda su vida se ha dedicado a fingirlos. Por si fuera poco, tiene un gran instinto asesino. Durante su infancia y juventud, su padre adoptivo lo descubrió y consiguió canalizarlo hasta convertirse en lo que Dexter es hoy en día: un asesino en serie, pero de gente que “merece morir”.
Compagina su vida de ciudadano respetable con la recopilación de datos sobre asesinos y demas delincuentes que consiguen burlar la justicia, para una vez demostrada su culpabilidad y su “mérito” para morir, descuartizarlos, eso sí, ordenada y pulcramente.
Esta especie de ¿justiciero?, de cuestionable superheroe, a pesar de no ser lo que solemos entender por buena persona, consigue ganarse tu aprecio aunque no acabes de aceptar sus métodos. Es “algo más” que un asesino en serie.
Y de Michael C. Hall, poco que decir, me pareció increíblemente bueno en “A dos metros bajo tierra”, y pensé que en esta serie, por bueno que pudiera ser, no sería tan bueno ni conseguiría hacerme olvidar su papel de David Fisher…
Pero claro, todavía no conocía a Dexter…