Sin embargo, creo que Europa puede unirse a través de Eurovisión. El festival que nos recuerda que Azerbaiján está en Europa también puede servir de contrapeso a los partidos antieuropeístas. Que la música nos una a todos. Pero no la música coñazo de baladas con su consabido crescendo vocal al final, mientras el pelazo de la cantante se agita al viento y un violinista toca un solo. No. Se trata de unir al pueblo. A la gente. A las masas. Esa música que la escuchas y te echas a bailar y a cantar, aunque sea en un idioma tan extraño como el moldavo.
Sí, amigos, ha habido éxitos moldavos. Más bien, ha habido uno. Éste.
Moldavia, como Teruel (o Azerbaiján), existe.
Yo creía que Moldavia no existía. Creía que era producto de la imaginación de los guionistas de Dinastía que hacían que Catherine Oxenberg fuera aristócrata europea sofisticada del reino de Moldavia. Otro día hablaremos de porqué no sé dónde he dejado las llaves pero sí sé el nombre de una actriz de segunda que salía en "Dinastía".
La cuestión es que Moldavia, en una alianza con Rumanía (Dragostea din tei está cantada en rumano, y el grupo estaba compuesto por moldavos y rumanos, en una unión paneuropea preciosísima) ha dado un megaéxito a toda Europa. Ése es el camino que hay que seguir.
Y otros países
Si tuviera que enseñar qué fueron los 80 a un joven millenial nacido en el 2000 o a un extraterrestre, le enseñaría este videoclip. Y ya.
Nada de canciones medio folclóricas cantadas en idiomas que parecen klingon, ni de baladas de portugueses tristes que llevan una coletilla como la que me pongo yo cuando voy a hacer limpieza general ni, obvio, canciones con
Menos mal que siempre nos quedará Suecia (
Queremos grandes hits. Dignas canciones del verano. Pegajosas. Eternas. De ésas que no sabías que te sabías. De ésas que no sabías que te sabías la coreografía. Como ésta. Danesa, para más señas. Las nuevas generaciones también bailan esta canción. Doy fe. Lo he visto en el Ocho y medio.
Y diréis, ¿y España qué? Fácil, que lo manden a él:
Triunfó hasta en Japón. Preguntad a cualquier mayor de 30 años de cualquier país europeo. Tararead chiquitan chiquitan-tan-tan-que-tumbanban-que tumban-que teverere y veréis cómo la reconoce.
Pero quizá el tiempo de Chimo Bayo ya pasó. Es el momento de nuevas generaciones. Y si el triste portugués de la coletilla había actuado en el Sónar, se me ocurren dos mozas que están petándolo en eso que se llama "la escena indie". Con canciones pegadizas y con su punto cómico. Imaginad qué bonito sería escuchar esta canción en un escenario de ésos tochos y llenos de efectos de luz, y ventiladores, y llamaradas, y máquina de humo y, por supuesto, junto a un violinista:
Les gusta ir al Ritz, pero al bingo también...
Y vosotros, ¿a quién llevaríais a la próxima edición de Eurovisión?, ¿también tenéis dolor de cabeza que empezó con la actuación de Rumanía y sus