Miércoles 6 de agosto 2014
El día tan esperado había llegado. Por fin había llegado el día de empezar una nueva aventura por el mundo, esta vez Los Países Bajos me esperaban. Los nervios, como en cada viaje, eran presentes pero si no existieran faltaría algo y dejaría de ser un momento especial. Miles de preguntas me rondaban por la mente... "¿Cómo irá el viaje? ¿Me gustarán las ciudades que visite? ¿Cuáles serán los momentos de risas inolvidables?..." Todas estas preguntas en breves instantes dejarían de ser incógnitas para ser realidad.
El vuelo salía por la tarde y, por ese motivo, por la mañana acabé de ultimar los detalles que me faltaban por cerrar y aproveché para despedirme de la familia.
Y llegó la hora... Sobre las 16h pasamos a recoger a Mireia y mientras caía un buen chaparrón. Nos dirigimos hacia la Terminal 1 del aeropuerto de Barcelona- El Prat y una vez allí la última despedida, la de mis padres y mi hermana.
Como que ya llevábamos impresas las tarjetas de embarque, no nos toco hacer cola en los mostradores y fuimos directas a pasar el control de seguridad. Una vez pasado el control nos dirigimos al modulo B tal y como nos indicaban las pantallas de los vuelos. Embarcamos con algunos minutos de retraso porque el avión que teníamos que coger llegó con un poco de retraso de un vuelo de Venecia y el desembarque se alargó un poco más de lo previsto. Una de las cosas que me gusta de Vueling es que, además de la maleta de cabina, puedes subir al avión una mochila y alguna bolsa con las compras y no te ponen ningún problema... Nosotras íbamos con la tranquilidad de haberlo consultado antes con una amiga que es azafata de Vueling y nos dijo que no sufriéramos porque no tendríamos ningún problema, y así fue. Otra de las cosas que me gusta de la compañía es que el embarque se realiza por el numero de las filas en que se te asigna asiento. Primero de la 15 a la 31 y después de la 1 a la 15. Por este motivo embarcamos de las primeras ya que teníamos la fila 29. Muchos sabéis que lo de volar no es de mi agrado, por mi miedo a los aviones y a las alturas, así que me tomé mi tranquilizante para evitar sustos y... ¡a volar! El vuelo transcurrió sin ningún problema y, como anunció el piloto por la megafonía del avión, llegamos a la hora prevista. Pude dormir un poco y el resto del vuelo lo pasé despierta y tranquila.
Una vez llegamos al aeropuerto de Ámsterdam, Schipol, fuimos hacia la estación de tren. En las taquillas compramos el billete para ir a la estación de Lelylan, sólo es una parada, y luego compramos el billete para el metro. En el transporte público de Ámsterdam (sólo fui en metro del aeropuerto a la ciudad y por la ciudad si que me moví bastante en tranvía) siempre se tiene que validar el billete a la entrada y a la salida del transporte publico. Se pasa el billete por encima de una maquina con un dispositivo de forma circular que hace un ruidito y se enciende una luz de color verde. Si la luz que aparece es roja significa que el billete ya no sirve y debes comprar uno nuevo. Los billetes son integrados, por la cual cosa te sirve tanto por autobús, metro y tranvía y puedes comprarlos por una hora o 24 horas (y te cuentan este tiempo des del momento de su validación en las máquinas)
Una vez en la plataforma correspondiente, esperando la llegada del tren, escuchamos un mensaje por megafonía en holandés y supuestamente en inglés (digo supuestamente porque no se entendía nada de nada). Al ver que la gente se iba corriendo a cambiar de plataforma preguntamos a un hombre que pasaba y nos confirmó que el tren que llegaba e iba en dirección a Ámsterdam Central Station cambiaba la vía de llegada... así que ya nos veis corriendo como locas con las maletas para cambiar de andén. Por suerte lo cogimos sin ningún problema.
Después de todos los traslados llegamos al hostel que estaba justo al lado de la estación de metro y enfrente de la parada del tranvía que nos llevaría al centro (10 minutos en tranvía). El hostel se llama The Student Hotel, durante el año es una residencia de estudiantes y en verano pasa a ser un hostel. Tiene 975 habitaciones repartidas en 3 edificios. Al llegar hicimos el check-in y nos dieron la habitación 3231. Como que ya era tarde comimos en la habitación del hotel unos bocadillos que Mireia había hecho en casa.
El primer día llegó a su fin... un día corto pero intenso. Tocaba descansar para empezar al día siguiente con la primera toma de contacto de la ciudad.