Después de un nutrido desayuno Bufete en el restaurante Cozumel del Resort, fuimos a buscar toallas secas al área de la piscina y partimos el recorrido que diseñamos para ese día, luego de admirar las instalaciones vacías y calmas a esa hora, incluyendo una especie de Faisán arriba del parasol de totora.
Tomamos un taxi al terminal de Buses de Playa del Carmen y ahí mismo abordamos un camión (van) de recorrido que nos dejó en la carretera fuera de Tulum Pueblo, la maravilla del distrito de Quintana Roo.
No recuerdo el valor exacto del pasaje de la van, aunque si que era muy barato, y era utilizada mayormente por los trabajadores de los cientos de resort ubicados en Riviera Maya, tardando aproximadamente media hora en recorrer los 45 kilómetros que separan ambos pueblos.
Llegamos luego de caminar el kilómetro de distancia de la carretera a la entrada del sitio arqueológico, pagamos la entrada (57 pesos) y directo a internarnos en esta ciudad Maya que alcanzó su máximo apogeo entre los siglos XII y XVI.
La ciudad de original nombre Zama, que en lengua Maya significa amanecer, fue conocida como Tulum, por la muralla de 4 metros de altura que la rodeaba y que le permitió ser infranqueable, y está situada justo frente al Mar Caribe, convirtiéndose en un asentamiento principal en la ruta comercial y en la exploración de las riquezas marinas de la zona.
La placa explicativa que nos recibió indicaba que los Maya participaron activamente en un circuito comercial que abarcaba desde el centro de México hasta Honduras, navegando costas, caletas y ensenadas, así como ríos, lagunas y estuarios, siendo Tulum un importante puerto costero que vinculó el comercio marítimo y terrestre.
Nosotras iniciamos nuestro recorrido en forma más bien intuitiva, buscando la vista al mar del color más lindo que había visto, y así descubrimos el Templo de los Vientos, que por su forma redondeada permitía el paso del Dios Ehecatl Quetzalcoatl libremente.
Caminamos unos pasos más y encontramos El Castillo, que se eleva por sobre los 12 metros justo frente al Mar, y que fue edificado en sucesivas etapas para dedicarlo a los Ceremoniales y sacrificios, sirviendo también como faro a los navegantes, cuando se iluminaban las tres entradas que dan al mar.
Continuamos nuestro paseo recolectando postales, cruzándonos de tanto en tanto con las iguanas, que eran realmente las princesas del lugar; para mi que no me gustan para nada fue una real prueba, pero estar en ese sitio tan potente bien merecía pasar por ese mal rato.
Como hacía tanto calor y había una pequeña playa conectada por una escalera de madera decidimos hacer un alto y bañarnos en este mar turquesa y tibio. (Consejo: ir con traje de baño puesto y arreglárselas para secarse bien o cambiarse de ropa a la antigua, porque no hay camarines, sino en la entrada, solo un par de rocas).
Después de tan preciado relajo - ya separada de mi amiga que se quedó un rato más al sol- regresé al mirador frente al Templo de los Vientos y a la pequeña caleta situada bajo él - hoy cerrada al turismo para proteger a las Tortugas que desovan ahí en temporada- disfrutando de la maravillosa postal y dándome el tiempo para notar el cambio del color del agua, conforme aparecían y desaparecían las nubes.
Caminé por la calzada principal donde encontré la Casa de las Columnas, también llamada el Gran Palacio.
Continué mi recorrido a la Casa del Halach Uinic o Gran Señor , el máximo gobernante de cada ciudad estado Maya.
Unos pasos más alejado estaba el Templo de las Pinturas, aquel que conserva más elementos decorativos en la ciudad. Su interior estaba pintado y además decorado con alto relieves en estuco, mayormente serpientes, representaciones del Dios Descendente y figuras Humanas.
Su placa explica que tiene dos niveles, constando el inferior dos Templos, uno al interior del otro, y el superior sólo de uno decorado con manos pintadas de rojo.
Cuenta también la historia que este Templo además era usado para seguir el movimiento del sol, una de las mayores obsesiones Maya.
Terminado el recorrido y reunida nuevamente con mi amiga con quien recorrimos una vez más el exterior del Castillo y nuestro favorito Templo de los Vientos con su fabuloso entorno, nos dirigimos hacia la librería para comprar una pequeña guía para no olvidar detalle y hacia los servicios para enjuagarnos la arena de los pies y decidir qué hacer a continuación.
Como andábamos por nuestra cuenta caminamos un par de pasos hacia los taxis para que nos llevaran a alguna de las playas cercanas y almorzar alguna especialidad marina en una caleta o algo parecido, el taxista a cargo, nos hizo una sugerencia mejor, la que afortunadamente aceptamos, conduciéndonos literalmente al Paraíso.
Playa Paraíso está situada cerca de un kilómetro desde la entrada del sitio arqueológico, el taxi te deja en un estacionamiento pequeño y a unos pasos entre medio de las palmeras se descubre ante el visitante la playa más linda que haya visto en mi vida y, que cumplía con toda la expectativa del ensueño: arena blanca, mar turquesa, poca gente y palmeras cargadas de cocos.
La playa pertenece a El Paraíso Club Tulum (www.elparaisotulum.com), quienes cuentan con una Palapa para vender bebidas y alimentos, y con servicio de arriendo de reposeras y sombrillas, además de un pequeño hotel, no cobran entrada y uno puede usar las instalaciones tranquilamente.
Como hacía tanto calor nosotras acomodamos nuestras cosas en la palmera más cercana y nos metimos de inmediato al agua cuya temperatura estaba deliciosa y nos olvidamos de todo lo demás, sólo nos interesó grabar ese lugar y ese momento en la mente para encontrarlo cada vez que tuviéramos un mal día durante el año.
La tarde transcurrió entre el agua, unos minutos de arena, porque el sol estaba fuertísimo, unas bebidas y el disfrute del maravilloso entorno y sus colores, hasta que aparecieron unas nubes medio amenazantes y decidimos regresar a buscar a nuestro taxista, que medio teníamos convencido de llevarnos de vuelta a Playacar.
Antes de despedirnos nos dedicamos a recolectar más y más postales, para llevarnos la buena onda del "secreto mejor guardado de la Riviera Maya", según la revista In-Lan, en la que aclara "No es un tourist trap. Playa Paraíso –intervenida discretamente por la mano del hombre– aún conserva el murmullo de sus ancestros mayas (está a un kilómetro de las ruinas de Tulum), los insectos multicolores y el susurro de la selva caribeña a escasos metros..."
Finalmente nuestro taxista Rubén, acepto nuestro trato y negociamos por 40 dólares, que nos llevara de regreso a Playacar, donde llegamos sanas y salvas después de dormir todo el camino.
Cuando llegamos al hotel llovía torrencialmente así que para ir despidiendo el viaje decidimos internarnos en el Spa Sensations que comparte Iberostar Quetzal y su vecino Tucán y tomar alguno de los tratamientos conjuntos que por 100 Us. ofrecían para tomar juntos o separados.
El servicio del Spa es buenísimo, se preocuparon de ir a buscarnos con paraguas para que no nos mojáramos, de coordinar que nuestras horas coincidieran, consintiéndonos en todo momento.
Primero estuvimos en el área del jacuzzi con agua caliente y fría y luego a tomar cada una su masaje.
Yo elegí el masaje terapéutico profundo con aceite de vainilla- originaria de la zona- y canela que en una hora me dejó más relajada aún de lo que ya estaba, así que nos fuimos felices de la vida de vuelta a la habitación a prepararnos para la noche.
Partimos nuestra velada de despedida en el restaurante Japonés del Hotel El Bonsai - en el cual habíamos reservado el día anterior-, donde nos ubicaron con nuestra vestimenta semi formal en la orilla de la plancha donde el Chef hacía mil gracias, lanzando al aire todos los ingredientes, haciendo fuego y sirviendo el arroz con forma de Panda, una monada.
La comida que estaba exquisita, consistió básicamente en vegetales a la plancha, arroz, más carne o pollo (para los que comen), acompañado de vino o bebidas.
Durante nuestros días de playa María Isabel una promotora mexicana muy simpática nos había tratado de convencer de visitar Coco Bongo Playa del Carmen, ofreciéndonos una entrada con fast track para evitar la fila, mesa reservada y bar abierto, además de transporte y acompañamiento, todo ello por 100 US, lo que aceptamos para poner broche de oro a nuestra notable vacación.
A las 22:30 nos pasaron a buscar en un bus con aire acondicionado con personas de todas las nacionalidades y nos dejaron muy cerca de la entrada, donde después de una espera de unos 20 minutos ingresamos brindándonos ellos un cocktail de bienvenida.
Como todo el mundo salía tan arreglado desde el hotel, decidimos ir sólo con una cartera chica y la cámara réflex obvio se debió quedó en el hotel, es por eso que no tengo fotos propias.
http://www.panoramio.com/photo/33964017
"Where the Vegas showtime meets the party" reza uno de los slogans del lugar y en realidad no se quedan cortos: yo no conozco Las Vegas, pero me imagino que la onda de este lugar es irrepetible, a medida que se van sucediendo cuadro por cuadro representaciones desde el Fantasma de la ópera en versión danza aérea, pasando por Piratas del Caribe, Men in Black y La Máscara, va aumentando la emoción y la locura ensalzada por el bar abierto, el cotillón y los globos que no dejan de caer dando más encanto a cada cuadro.
http://www.cosmopolitan.co.uk/community/forums/thread/1536868
Luego el turno de The Beatles, Elvis, Madonna, Guns´n Roses, y Lady Gaga, cerrando con una batucada multitudinaria bellísima y colorida, seguida del archi conocido Follow The Leader... una verdadera fiesta hay que reconocerlo !
Batucada en Coco Bongo
Lo bueno del lugar y por lo que vale la pena ir es que se encontraran con un espectáculo sin precedentes, conforme ya he intentado relatar, música, buena onda y alegría. Lo malo: dificultad enorme para ir al baño por la cantidad de gente, el espacio ínfimo para fumadores (un balcón con capacidad para máximo 12 personas) y la tarea imposible de encontrar al garzón encargado de la mesa después de las 2 de la mañana.
El show terminó sobre las 3 de la mañana, hora a la que se empezó a retirar toda le gente, nosotras esperamos unos minutos para evitar la fila de los taxis, y con mucha suerte encontramos uno desocupado que nos condujo de regreso a Playacar, felices de haber pasado un día tan bonito, alegre y paradisiaco como este.
Hotel: Iberostar Quetzal.Paseo: Tulum y Playa Paraiso por libre. Coco Bongo Playa del Carmen, con Isabel.