Llegando a Fadiouth
por el puente de madera
Pescado secándose al sol por las calles de Fadiouth
El tam tam telefónico a punto a la entrada de la isla
Al fondo la isla de las conchas,
Sabemos que esta foto va a ser un gran recuerdo
Gondolero senegalés de la isla de las conchas
Recuperamos a David que vuelve a proponer almorzar en la Taverne du pêcheur y de nuevo le decimos que no, que no es nuestro estilo (es el sitio más turístico del lugar y está absolutamente vacío) y no nos apetece. Mbaye se pone al volante y nos lleva a un simpático restaurante senegalés en el que disfrutamos con un sencillo pero buenísimo Thieboudien por el módico precio de 1000 CFH's (1'5 eur más o menos) que rematamos con mangos que la simpática dueña va a buscar a su vecino.Xavi, Marina y Mbaye esperando la comida!
Un buen theboudien para llenar el estómago
Nos da tiempo a pasar por el baobab sagrado con más diámetro de Senegal, según nos cuentan tiene 800 años y mide 32 metros de diámetro, creo que es el árbol más grande que nunca hemos visto. Y como manda la tradición nos explican que hasta 1960 aproximadamente en el interior de su tronco los sereres de la zona introducían los cuerpos de sus muertos. Pol se aventura y entra silenciosamente en su interior, ni una luz ni un movimiento, hay cientos de murciélagos que pueden despertarse y darte un susto. Y sí, aún nos faltaba encontrar nuestra fuente de Canaletas senegalesa, nos faltaba el gesto y el lugar en el que, aseguras la vuelta. Aquí lo tenemos, toca fuertemente con la mano izquierda (la del corazón) el tronco del baobab y VOLVERÁS A SENEGAL.El gran baobab sagrado
Pol en el interior del baobab
Seguro que volvemos a Senegal
Ha llegado el momento de ir a la Pouponnière Vivre ensemble, una casa de acogida para 150 niños y niñas sin recursos. Antes de acceder a la visita nos ponen alcohol en las manos, aplaudimos este toque de higiene. Quedamos "chocados e impactados" al ver unos 40 bebés de menos de 6 meses con pañal tirados en el suelo tras abrir la puerta de la primera sala. La imagen es de armas tomar, los niños lloran unos y otros a todo pulmón y dos chicas los vigilan, como me dicen, solo tienen 4 brazos y no dan para todos. Me intereso por los motivos por los que los niños llegan al orfanato y me responden, que el origen de todo es no tener a su mamá debido a: muerte en el parto, problemas mentales y menores de edad. Insisten en que los niños no están en adopción, que están en el centro por un tiempo determinado hasta que se resuelva la situación que los obliga a estar allí, dicen que normalmente están de 1 a 3 años, aunque admiten que un porcentaje indeterminado (no nos quieren decir cuál) alcanza los 18 años en la Pouponière.Acceso a la Pouponnière.
Prohibidas las fotos por respeto
a los niños y niñas
Nos vamos al entretenido mercado de Mbour a la búsqueda de un hornillo para hacer Ataya (té senegalés) una última vez, queremos abandonar el país con uno de sus rituales más queridos y también más íntimos. Encontramos rápidamente un hornillo que metemos en el coche y vamos hacia el Blue Africa. Y sí, allí, en la arena de la playa bajo las palmeras compartimos gracias a la pericia de Mbaye, un último té, buenísimo, está claro que queremos irnos con buen sabor de boca. La tetera, el té y los vasos están en nuestra maleta, pero el hornillo se queda con Mbaye como inversión para un nuevo negocio que le hemos propuesto: enseñar a los turistas a vivir Ataya en primera persona, a ver si le funciona!!!!
Tiempo para ducha, cerrar maletas y hacia el aeropuerto, los minutos van cayendo y el recorrido ya noche cerrada es muy, muy silencioso. Llega el momento de abrazarse bien fuerte con David y Mbaye, 14 días 24h/día dan tiempo para mucho. Ha llegado el momento de separarse y despedirse, los ojos se mojan y sólo nos consuela (no demasiado) pensar que para reencontrarse es necesario despedirse. Cruzamos los primeros controles agitando nuestras manos mientras David y Mbaye abandonan el aeropuerto, esta vez volamos con la TAP Portugal a Lisboa. Solventamos un pequeño percance con la tarjeta de crédito y aún hay tiempo para "salvar" una petición poco "elegante" del funcionario de inmigración que revisa nuestros pasaportes, finalmente subimos al avión, VOLAMOS, irremediablemente nos alejamos de Dakar.