Revista Viajes

Día 14 – Pareidolias

Por Marikaheiki

Día 14 – Pareidolias

June 6, 2013   Desafío creativo   No comments pareidolia

Algunas veces noto cómo llega: es una masa viscosa y negra que me inunda el pecho primero, y después todo lo demás. Es fúnebre. Me abrasa la respiración. La última vez que la sentí estaba en Hoi An frente al río y vi pasar un avión por encima, y pensé qué pequeña era y qué lejos estaba, y me imaginé como un puntito brillante en medio de una bola terráquea y no lograba encontrarme. Entonces sentí miedo: es como ahora. Una ansiedad que me sobreviene a veces y se convierte en compañera, y con su lengua de flema me va llenando y llenando hasta contenerme.

Por eso tuve que escapar. Salí con la bici y pedaleé tan rápido que me perdí. Bajé a la playa y encontré el único resquicio sin vida, que es a la vez refugio: el brazo de cemento que entra en el mar y que parece una frontera de  la costa. Desde ahí se deja de oír a los turistas y a los niños. Se oye solo la brisa del mar. Me senté con la mirada lejos y entonces ví pareidolias en las pequeñas olitas del mar y también en las nubes de viento, y se me van formando pequeñas historias interconectadas que se saltan la línea del horizonte continuamente. Me pregunto si me estoy volviendo loca, pero solo es esa imaginación a la que no dejo cabalgar a gusto durante el día, porque estoy demasiado ocupada con otras cosas. Tal vez por eso escapé hoy: porque hubo una gota más y las paredes no aguantaron la presión. Se derramó un embalse entero en el desierto.

Todo el día estuve hoy en la dinámica de rendirme, porque la tecnología me puso zancadillas enormes hoy y me cansé de todo.  Quise mandar a la  mierda los vuelos, el reportaje (¿alguien tiene el portable para Windows de InDesign?), el desafío, la cámara, las Coverse, las ventanas. No cociné por miedo a quemar la casa. Ni regué los girasoles por miedo a inundarlos. Mamá me dice que parezco triste pero no es tristeza, es otra cosa, es necesidad de hibernar o meter la cabeza bajo la tierra. Y es bueno que pueda analizarlo y preguntarme por qué ocurre. Y vuestros mensajitos también me alegraron porque sentí que os pasó a vosotros también, y salté el obstáculo. Y después me refugié en las pequeñas cosas y comprendí que hay días luminosos y otros sin brillos, y me puse vestido y sentí cómo la brisa acariciaba mis lugares de invierno y disfruté con la mente en blanco de la sensación de ser cuerpo, solamente cuerpo.

Me voy, me voy a vivir la calle. Me lo debo.

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