La etapa de hoy la planteo muy tranquila para recuperarme del esfuerzo de ayer y coger fuerzas para el de mañana.
El desayuno es generoso, con un solo sobao te marchas bien servido. Además, la cantidad de leche que te sirven ayuda bastante a empapar el pedazo de bizcocho típico de estas tierras.
No amanece un día despejado, es más, parece que se cumplirán los presagios de lluvia. Salgo por la CA-263 en dirección a la carretera nacional N-623 y desde ahí dirigirme a Puenteviesgo. La carretera hasta la nacional no tiene mucho tráfico a estas horas. Cuenta con arcén aunque en sitios es estrecha, es muy cómoda de recorrer y el paisaje es muy agradable. La ventaja de empezar en Vega de Pas está en que es todo cuesta abajo así que el ritmo que se mantiene es alto y fácil de llevar.
Paro poco, simplemente para hacer alguna foto e inflar las ruedas. Pero sí me permito disfrutar bastante de los olores, las imágenes y el entorno. Al llegar a la carretera nacional N-623 comienza a llover cosa que ayuda poco a que la ruta sea agradable. Lo que me ha sorprendido es Alceda, un pueblo con un conjunto de casas señoriales precioso y en Hontaneda visto lo que llueve decido adelantar mi pausa café.
Por fin en Puenteviesgo la cosa cambia y me da unos minutos de tregua. Paso por la puerta del famoso balneario, la de la iglesia y veo algunas casas que me llaman bastante la atención. Me encuentro, que no lo sabía, con que por aquí pasa una Vía Verde. Se llama: "Vía Verde Vega del Pas".
Me despido de este pueblo volviendo a la nacional y pregunto previamente si podría llegar a Vargas por la vía Verde. Tras un "no" rotundo y decirme que para llegar allí necesito seguir por la nacional, obedezco y tomo esa alternativa. Al llegar de nuevo a la N-623 se pone a llover.
Así hasta Vargas y cuando llego allí aumenta la cantidad de lluvia. A esto hay que añadir que hay obras en la nacional y tengo que ir siguiendo los carteles indicativos con cuidado porque lo están convirtiendo en autovía. Ya he tenido malas experiencias en ocasiones anteriores con las autovías. En uno de los controles de la obra me enseñan la paleta del "stop" y me dicen que voy equivocado, que si continuo saldré a la autovía. Esto es un problema. Le pregunto por la alternativa y afortunadamente la tengo cerca es la N-634-a.
Tardo poco en llegar a Torrelavega y siguiendo el consejo, tras preguntar, de un guardia municipal voy a almorzar a un bar que me recomienda. No recorro la ciudad y prefiero seguir el viaje.
La lluvia me da tregua a partir de Puente de San Miguel, justo antes de llegar a Santillana del Mar. A estas alturas ya estoy en la ruta del Camino de Santiago por la vía del norte. He coincidido con algunos peregrinos aunque todos a pié.
Ya había estado en Santillana del Mar, pero me lo he tomado con calma porque merece la pena disfrutarlo. Consigo abstraerme de la cantidad de turistas que hay y que educadamente me permiten pasar con la bicicleta. Este es considerado uno de los pueblos más bellos de España, su fama la tiene bien ganada y merecida.
Desde aquí salgo hacia Comillas y antes de llegar tengo mis primeras vistas del mar. Eso emociona, parece una tontería, pero es verdad.
En Comillas doy un paseo aunque centro la atención en la zona de la playa, el puerto y esa parte del pueblo. Es más! la recorro un par de veces. Como decía, por la emoción de llegar hasta aquí en bicicleta. La abadía cisterciense no la visito. Aunque no pasa desapercibida, es imposible no percatarse ya que los colores que la adornan son muy llamativos.
La siguiente parada será en San Vicente de la Barquera. Aquí me detengo a comer. Lo hago en el restaurante el Puerto, el último del paseo que recorre la antigua nacional que iba, y va, hacia Oviedo. El menú es de 9 € y está bien. Repito aquí porque hace tiempo ya había estado y tenía muy buen recuerdo.
Por último mi objetivo y destino está en Unquera. Busco el Hotel Canal porque lo había reservado esta mañana durante la etapa, así que es simplemente llegar y acomodarme. El precio por noche es de 25 € y la habitación y las instalaciones están muy bien. Aunque no incluye el desayuno puedes tomarte lo que quieras en la cafetería que tiene abajo. Merece la pena.
Una vez acomodado, duchado y algo más tranquilo me dedico a dar un paseo por el pueblo. Siento decir que no tiene nada que me haya llamado mucho la atención. Lo bueno es la oficina de turismo que tienen. La información, el trato y la atención excelentes.
Ceno en el bar-restaurante La Asturiana antes de llegar al puente más fotografiado. Ceno bien. Calidad-precio aceptable.
Para terminar la jornada me dedico a limpiar y engrasar a Hybrid.