Revista Viajes
Cada amanecer es mágico en Varanasi, vale la pena el madrugón (07:00 A.M) y asomarse en pijama al balcón del Ganpati Guesthouse, para ver al sol que sale e ilumina con su luz sagrada a Mamma Ganga. (Aquí destaco que como sudamericana asocio sol/agua con los atardeceres sobre el Pacífico y no con amaneceres).
El encanto del amanecer me animó a subir para tomar desayuno, pedí jugo fresco de naranja, huevos y tostadas, que tardaron los 20 minutos habituales y costaron 130 rupias,; pero yo no tenía ningún apuro, así que me quedé disfrutando mi vista privilegiada del tráfico non stop de embarcaciones en el río.
Salí a recorrer la ciudad luego de una amena charla con un New Yorker, cuyo mejor amigo era Chileno, y quedó encantado con nuestro desierto de Atacama; Marcin, vio en el libro de registro que había una Chilena en el hostal, y no dudó en ir a comentar acerca de su amigo, el desierto, el Pacífico, aprovechando además de darme datos buenísimos respecto de mi próximo destino Kathmandu.
Circulé por el medio del mercado, encantanda con el ritmo al exterior de los templos y con los maravillosos colores de las ofrendas, declarándome desde ese minuto una enamorada del Loto.
El comercio recién comenzaba a despertar y los monos andaban felices por los techos, empezando también su día.
Al llegar a la calle principal, última donde circulan los autos, y rickshaw, antes de la bajada a los Ghats, saqué la foto al letrero para preguntar sobre mi lugar de destino en caso que me perdiera porque Dasashvamedha Ghat, para mi sigue siendo impronunciable.
Negocié con un conductor de Tuc Tuc para que me llevara a Sarnath, lugar Sagrado para el Budismo y distante sólo a 10 kilómetros, quien me cobró 300 rupias por el trayecto ida y regreso, más el tiempo de espera.
Si bien el tramo era corto tardamos muchísimo por el tráfico infernal que había esa hora, encontrándonos con una procesión enorme con ocasión del Dev Dewali que se celebraba en esos días y de Ganga Mahotsav, también coincidente y que prometía varios eventos, mayormente musicales.
En el trayecto vi de todo, es increíble como la ciudad donde es una quimera morir, haya tanta vida a la vez... tardamos exactos 40 minutos, durante los cuales me entretuve mirado y recibiendo las frutas y dulces que nos entregaban al conductor y a mi todos quienes participaban en la procesión.
Pasamos también por barrios y ferias, llenos de vida y movimiento ...
Apenas llegamos a Sarnath, el conductor me indicó el Museo, afortunadamente no le di mucha importancia y camine directamente al Templo, dándome tiempo justo para visitarlo tranquila, porque cerraba a las 11:00 hasta las 13:30 horas.
El interior del Templo es muy sencillo, en sus paredes hay pinturas que representan los distintos pasajes de la vida de Buda y el altar es presidido por una figura de él, dorado y en una paz que contagia, lo rodean unos monjes custodios y guardias "civiles".
A la salida un guardia acepta posar mostrándome los lotos que adornaran el altar, en la jornada de la tarde, porque los cambian constantemente para mantener el Templo impecable.
Sarnath es un lugar trascendental para el Budismo y una de sus cuatro ciudades Sagradas, en ella hace 2.600 años Buda hizo su primer sermón, luego de su iluminación. Estando en un parque de ciervos comunicó el Dharma a sus primeros cinco seguidores, formándose la primera comunidad Budista...
Justo entre el 06 y 11 de noviembre, se celebraba el aniversario, comenzando ese día un gran festival, en el que se exhibirían además algunas reliquias ( en el horario entre las 06:00 y las 10:00 A.M) por lo que estaba lleno de monjes y seguidores.
Caminé hacia el bosque de ciervos y a la vecina Estupa, donde se encontraban varios grupos grandes de gente, que recibían información respecto del lugar y la filosofía, así que me quedé cerca para aprender yo también.
... Y luego de las enseñanzas, finalmente también compraban souvenirs ...
Todos estaban preparados para la gran fiesta, con Buda, literalmente en todas partes ... y templos y refugios engalanados al máximo.
Regresé al lugar exacto donde Buda dio su primer sermón Dhammacakhappavattana Sutta, reservado para sus seguidores...
Me reencontré con mi conductor que me esperaba fuera del Templo. Si bien no hablaba nada de inglés se las arregló para comunicarme que mi paseo no terminaba allí: "China, China" me decía y condujo hasta el Templo Budista erigido por los Chinos, quienes tienen su propia representación de su figura.
Salí de ahí y el conductor me indicó "Japan, Japan" y fuimos al Templo del Budismo Japonés, erigido en forma de pagoda, hermoso, pero cerrado.
Luego de tomar una bebida con mi conductor, lo invité en retribución a la gentileza de mostrarme aquellos dos edificios, pero el sólo pidió una Coca Cola... y regresamos a Varanasi.
Y de nuevo, en el camino pude ver de todo, hasta una pequeña equilibrista ... de no creerlo ...
Una vez en la ciudad caminé por ella, imponiéndome de su comercio presidido sin duda por la ropa, la seda y los productos religiosos, para ofrendar al Ganges o recoger su agua Sagrada, para llevarla a casa.
Encontré cerca de mi hostal una tienda donde vendían unos vestidos preciosos, Raj, el dueño de la tienda, sacó todas las blusas, dándome su opinión además de que color iba con mi piel y cual no, explicándome además las bondades de la Seda y la forma como distinguirla del poliéster (pues al quemar los flecos, el poliéster se chamusca y la seda se desintegra, expeliendo olor a cabello quemado)... una bufanda: 3500 rupias...
Volví al hotel, y luego de descansar me fui a tomar mi clase de yoga a OM Shanti Yoga Niketan (D3/99, Meer Ghat, Varanasi. www.banarasyoga.com),donde practicaba Joan y Sanjay, al igual que el día anterior. El maestro, que confesó encontrarse mal del estomago, me enseñó y corrigió con dedicación y cariño, ayudándome con las posturas mas complicadas para mi, diciendo a cada momento "Come one, Sissy, get to the asana" y "ohhhh, life is goooooood... " durante las dos horas que duró la práctica.
Después de la practica, ya descansada y duchada, salí hacia Manikarnika Ghat, pero sus propios asistentes, entorpecieron mi pasada, así que me devolví y no insistí, caminando hacia el Ghat principal, encontrándome en el camino con Marcin que también iba a las celebraciones del Ganga Mahotsav.
El camino al Ghat como ya es usual estaba lleno de imágenes bellísimas de todos quienes viven la vida y la muerte a la orilla del río Sagrado... y de las ofrendas que flotan doradas en sus aguas.
El escenario principal erigido en el Dasasvamedha Ghat tenía una gradería reservada expresamente para extranjeros, nos sentamos con mi nuevo amigo, y escuchamos Ragas (no se bien como se escribe), y artistas del Sitar, disfrutando además de los fuegos artificiales que inauguraban las jornadas culturales.
Nos quedamos allí largo rato, pero cuando me di cuenta que mis pies habían sido acribillados por pulgas, decidí ir por repelente de Citronella, y por algo para comer.
Pasé por el archi conocido restaurante German Bakery, cuyas indicaciones están pintadas en cada esquina de la ciudad, y pedí una ensalada con queso Feta del Himalaya, y verduras verdes, que presumían ser orgánicas y la disfruté sentada en una colchoneta al ritmo de dos hombres mayores que tocan el tambor y el Sitar con maestría.
Me entretuve mirando el ritmo del lugar y de la cocina, Praveen, un chico que atendía me explicó que tenían además actividades de voluntariado y cooperación con hogares de niños (School of life), por lo que reciben aportes en dinero, útiles escolares y ropas.
Yo había hecho el contacto previo con María de la ONG Española Semilla para el Cambio (http://www.semillaparaelcambio.org/web/quienes-somos/), comprometiendo mi aporte con ella, consistente en pequeñas cosas que pudiera transportar en mi maleta, así que llegué con un cargamento de stickers y pinches para el pelo, que fueron muy bien recibidos por ella y sus colaboradores y por supuesto por los niños cuya educación y alimentación la organización cautela.
Regresé al hotel y subí de inmediato a la terraza para ver la ciudad y el movimiento del río esta vez de noche, pedí Masala Tea, y disfruté del Brownie que ordené para llevar en German Bakery, con Topping de Cajú, una verdadera maravilla para terminar la jornada.